7.7.09

Felicidad en la pobreza

Enjambre del pintor Rafael Felo García.

Por: Enrique Rivas Leyva

Un país, un lugar, un pueblo excluido.

Un territorio, cualquiera que sea, es como una moneda que tiene dos caras, en este caso, dos realidades.

Para algunos el olor de una burbujeante champagne, la saliva que se produce al observar un manjar, o trasladarse en grandes, blindados y polarizados carros, es la verdadera forma de vivir la vida.

Pero mientras para unos es de cal, para otros es de arena.

La forma de vida no es equitativa para todas las personas, unos piensan que lo material es todo, otro piensan, o mejor dicho saben, que la verdadera felicidad esta en el interior de las personas.

Pero que se logra teniendo diferentes lujos, si las personas por dentro se encuentran vacías. Vacías de amor, cariño, felicidad o tristeza. Del “eso”, que estimula a realizar, a sentir, diferentes cosas que nunca antes haya experimentado.

Muchas personas no viven con tantos lujos como otros, no poseen grandes propiedades, pero, con lo poco que tienen, subsisten día con día. Esto se puede evidenciar en la obra Enjambre del pintor Rafael Felo García.

Una marcada distinción de clases, donde las familias tienen que ingeniárselas para el llevar de cada día. Esos días de angustia por los fuertes aguaceros, días de temor por el ir y venir de alguna bala perdida. Días de extensa soledad, al saber que se espera una casa fría y oscura, casa que tiene un techo de cielo y un piso de tierra.

Realidad que puede estar a la vuelta de su esquina, o de la mía. Realidad que queremos borrar del mapa, como tapar el sol con un dedo o encontrar un dije en el océano. Realidades que existen, y tristemente aumentan con una velocidad parecida al movimiento de las alas de un colibrí.

Uno no está exento de las dificultades o necesidades que pasan muchas de estas personas que tienen que, jugarse la vida al “pegarse” de los cables de electricidad, para poder iluminarse con un pequeño bombillo de luz amarilla.

El hacinamiento de estas familias provoca, o ha creado, una forma de vida diferente. El vivir unos encima de otros, muchos dirían juntos pero nunca revueltos, el saber que en cualquier momento sus casas se pueden venir abajo, y solo por el hecho de ser del grupo que pertenece al de la “arena”.

Gradas interminables que dibujan y expresan el cansancio de las personas al subirlas o bajarlas, o caños que se convierten en carreteras de ratas. Esta es la forma de vivir de muchas personas, quienes aún en estas condiciones siempre buscan un lado positivo, su felicidad interior.