24.1.11

¿Los pobres son los causantes de la crisis?

  • Simon Johnson
Estados Unidos sigue desgarrado por un acalorado debate sobre las causas de la crisis financiera de 2007-2009. ¿Hay que echarle la culpa al gobierno por lo que salió mal? Y, si fuera así, ¿de qué manera?

En diciembre, la minoría republicana en la Comisión de Investigación de la Crisis Financiera (FCIC, por su sigla en inglés) intervino con una narrativa de disenso preventiva. De acuerdo con este grupo, las políticas equivocadas del gobierno, destinadas a aumentar la cantidad de propietarios de viviendas entre la gente relativamente pobre, empujó a demasiada gente a contraer hipotecas de alto riesgo que no podían pagar.

Potencialmente, esta narrativa puede ganar mucho respaldo, especialmente en la Cámara de Representantes controlada por los republicanos y en las vísperas de la elección presidencial del 2012. Pero, mientras que los republicanos de la FCIC escriben elocuentemente, ¿tienen alguna prueba para respaldar sus aseveraciones? ¿La gente pobre en Estados Unidos es responsable de causar la crisis global más grave en más de una generación?

No, según Daron Acemoglu del MIT (y autor junto conmigo en otros temas), que presentó sus conclusiones en la reunión anual de la Asociación de Finanzas de Estados Unidos a principios de enero. (Las diapositivas están en su sitio web del MIT.)

Acemoglu desglosa la narración republicana en tres interrogantes diferentes. Primero, ¿hay pruebas de que los políticos estadounidenses responden a las preferencias o deseos de los votantes de menores ingresos?

La evidencia en este punto no es tan definitiva como a uno le gustaría, pero lo que tenemos -por ejemplo, a partir del trabajo de Larry Bartels de la Universidad de Princeton- sugiere que, en los últimos 50 años, prácticamente toda la élite política estadounidense dejó de compartir las preferencias de los votantes de ingresos bajos o medios. Las opiniones de los funcionarios se acercaron mucho más a las que comúnmente se hacen oír en la cima de la distribución de ingresos.

Existen varias teorías con respecto a por qué se produjo este cambio. En nuestro libro '13 banqueros', James Kwak y yo destacamos una combinación del creciente papel que juegan los aportes de campaña, la puerta giratoria entre Wall Street y Washington, y, sobre todo, un cambio ideológico hacia la idea de que las finanzas son buenas, que más finanzas es mejor y que lo mejor son las finanzas sin control. Existe un corolario claro: las voces e intereses de la gente relativamente pobre poco cuentan en la política norteamericana.

La evaluación que hace Acemoglu de la investigación reciente sobre el 'lobby' es que las partes del sector privado querían que se relajaran las reglas financieras -y trabajaron duro e invirtieron mucho dinero para obtener este resultado-. El ímpetu por un gran mercado de hipotecas de alto riesgo surgió del interior del sector privado: "innovación" por parte de prestadores hipotecarios gigantes como Countrywide, Ameriquest y muchos otros, respaldados por los grandes bancos de inversión. Y, para hablar sin rodeos, fueron algunos de los mayores jugadores de Wall Street, no los propietarios excesivamente endeudados, los que recibieron rescates gubernamentales después de la crisis.

Acemoglu luego pregunta si existen pruebas de que la distribución de ingresos en Estados Unidos empeoró a fines de los años 1990, lo que llevó a los políticos a aflojar las riendas en lo que concierne a prestarle dinero a gente que estaba "rezagada". Los ingresos en Estados Unidos, efectivamente, se volvieron mucho más desiguales en los últimos 40 años, pero el momento elegido no encaja con esta historia en absoluto.

Por ejemplo, a partir del trabajo que hizo Acemoglu con David Autor (también del MIT), sabemos que los ingresos correspondientes al 10% que más gana subieron marcadamente durante los años 1980. Los ingresos semanales crecieron lentamente en el caso del 50% que menos gana y del 10% que menos ganaba en ese momento, pero al sector menos favorecido en la distribución de ingresos en realidad le fue relativamente bien en la segunda mitad de los años 1990. De modo que nadie tuvo que pelearla más que este segmento en la víspera de la locura de las hipotecas de alto riesgo, que se produjo a principios de los años 2000.

A partir de datos de Thomas Piketty y Emmanuel Saez, Acemoglu también señala que la dinámica de la distribución de ingresos para el 1% que más gana en Estados Unidos parece diferente. Como sugirieron Thomas Philippon y Ariell Reshef, el marcado incremento de este grupo en el poder de ingresos parece más relacionado con la desregulación de las finanzas (y quizás otros sectores). En otras palabras, los grandes ganadores de la "innovación financiera" de todo tipo en las últimas tres décadas no fueron los pobres (ni siquiera la clase media), sino los ricos -la gente que ya cobraba mucho--.

Finalmente, Acemoglu examina el papel del respaldo del gobierno federal a la vivienda. Sin duda, Estados Unidos durante mucho tiempo ofreció subsidios a la vivienda ocupada por sus dueños -principalmente a través de una deducción impositiva para los intereses hipotecarios-. Pero este subsidio en absoluto explica el momento del auge del sector inmobiliario y de los descabellados préstamos hipotecarios.

Los republicanos de la FCIC acusan con firmeza a Fannie Mae, Freddie Mac y otras empresas patrocinadas por el gobierno que respaldaron los préstamos para la vivienda mediante garantías de diferentes tipos. Tienen razón cuando dicen que Fannie y Freddie eran "demasiado grandes para quebrar", lo que les permitió pedir dinero prestado a un menor costo y asumir más riesgo -con un escaso financiamiento de capital para respaldar su exposición--.

Pero, si bien Fannie y Freddie se lanzaron a hipotecas dudosas (particularmente aquellas conocidas como Alt-A) e hicieron operaciones con prestadores de alto riesgo, esto representaba algo relativamente pequeño y surgió tarde en el ciclo (por ejemplo, 2004-2005). El principal ímpetu para el auge surgió de toda la maquinaria de la securitización de "sello privado", que era justamente eso: privado. De hecho, como señala Acemoglu, los poderosos jugadores del sector privado consistentemente intentaron marginar a Fannie y Freddie y excluirlas de los segmentos de mercado en rápida expansión.

Los republicanos de la FCIC están en lo cierto al ubicar al gobierno en el centro de lo que salió mal. Pero este no fue un caso de sobrerregulación o de exceso de alcance. Por el contrario, 30 años de desregulación financiera, que fue posible gracias a que se cautivó el corazón y la mente de los reguladores, y de políticos tanto republicanos como demócratas, le dieron a una estrecha élite del sector privado -principalmente en Wall Street-- casi todas las ventajas del auge inmobiliario.

La parte negativa recayó en el resto de la sociedad, en especial en las personas de bajo nivel educativo y mal remuneradas, que ahora perdieron sus casas, sus empleos, las esperanzas para sus hijos o todo a la vez. Esta gente no causó la crisis. Pero está pagando por ella.

WASHINGTON, DC.

* Simon Johnson, ex economista principal del FMI, es cofundador de un importante blog de economía, http://BaselineScenario.com, profesor en el MIT Sloan y miembro sénior en el Instituto Peterson para la Economía Internacional. Su libro, 13 banqueros, que escribió junto con James Kwak, está actualmente disponible en tapa blanda.

17.1.11

10.1.11

En dos años los más pobres han sufrido una inflación de 64%

  • La devaluación de la moneda impulsará el costo de los servicios de salud
  • En 2010 el costo de los servicios hospitalarios, que básicamente incluyen operaciones quirúrgicas, se incrementó 27%
Víctor Salmerón @vsalmeron

La aceleración en el incremento de los precios no afecta de igual manera a todos las capas de la sociedad. Las estadísticas del Banco Central registran que entre 2008 y 2010 el estrato más pobre ha soportado una inflación de 64% mientras que el más pudiente sufre un embate de 60%.

Los alimentos absorben 45% del salario de las familias más humildes y este es el rubro donde el avance de los precios se siente con mayor intensidad, esto explica por qué la inflación golpea principalmente al estrato de menos ingresos.

Solo en los últimos doce meses el precio de los productos agrícolas acumula un salto de 55,1% en un entorno donde la expropiación de fincas aleja la inversión y el Gobierno se ha visto forzado a permitir ajustes en los precios regulados para evitar un aumento más pronunciado de la escasez.

Todo apunta a que en 2011 los alimentos seguirán absorbiendo una porción muy importante del ingreso familiar.

La administración de Hugo Chávez devaluó la moneda y el tipo de cambio para las importaciones de alimentos básicos y medicinas aumentó 65% desde 2,6 bolívares por dólar hasta 4,30 bolívares por dólar.

El resultado es que en los próximos meses vendrán nuevos ajustes en los precios regulados, a lo que se añade que a escala mundial el costo del trigo, arroz y el maíz se encuentran en el punto más alto desde 2008.

La devaluación también aumenta el costo de las importaciones de medicinas y equipos terapéuticos que en los últimos doce meses ya acumulan un alza de 17,8%.

De acuerdo con los datos del sector farmacéutico, alrededor de dos mil fármacos, esto es un 30% de la cartera de productos del mercado local, están regulados por las autoridades. En buena medida, se trata de los medicamentos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) califica como "esenciales".

Lo previsible es que el ajuste cambiario también impacte el costo de los servicios hospitalarios que básicamente incluyen operaciones quirúrgicas y en 2010 ya aumentaron 27%.

En general el incremento de los precios ha superado con creces a las mejoras en el salario y el consumo privado, pieza esencial para el crecimiento de la economía que acumula dos años en retroceso.

Si se observa el gasto de las empresas y las personas dentro del país, algo que técnicamente los economistas denominan la demanda agregada interna, 58,8% corresponde al consumo y el resto a inversión.

Así, la debilidad del consumo privado, que muestra un descenso de 5,9% en los últimos dos años, resta fuerzas a la posibilidad de que la economía salga a flote y deje atrás la recesión.

Dispuesto a controlar el crédito al consumo, considerado como superfluo, el Gobierno impulsó la reforma a la Ley de Bancos que limita el financiamiento con tarjetas, una tuerca esencial en el motor del crecimiento económico y en el presupuesto familiar.

Banqueros consultados explican que el uso de las tarjetas de crédito no solo está asociado a la compra de ropa, zapatos y demás productos que el Gobierno puede catalogar como no básicos en su cruzada por lo que denomina el "consumo necesario".

La clase media también utiliza las tarjetas de crédito para incrementar el dinero que efectivamente dispone al cierre de cada quincena y cancelar alimentos, medicinas, clínicas e incluso, el costo de los colegios privados.

De acuerdo con los datos de la Superintendencia de Bancos dos entidades financieras privadas ya superan el límite establecido para el financiamiento con tarjetas de crédito y otro grupo se encuentra cerca del techo.

La ley otorga 180 días para adecuarse y si en definitiva no se flexibiliza la norma los bancos tendrán que escoger entre un abanico de opciones que incluiría menos entrega de nuevas tarjetas y revisión del cupo disponible para cada cliente.

Algunos datos:

- La clase media utiliza los servicios hospitalarios privados por las deficiencias que presenta en la red de hospitales públicos.

- Al incremento en el costo de las medicinas y las operaciones qurúrgicas se añade que las consultas odontológicas y médicas aumentan 33,6% en 2010, así como el alza de las pólizas de seguros.

- El consumo privado como porcentaje del PIB se ubicó en 61,29% en 2005.

- Las cifras del Banco Central de Venezuela indican que en los primeros nueve meses de este año ha representado 71,90% del PIB.


EL UNIVERSAL
Lean del mismo autor, en El Universal: El plan socialista fortaleció carácter rentista de la economía
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6.1.11

Gobierno rico y pueblo pobre


Juan Carlos Caldera

Con asombro por decir lo menos, el Gobierno nos dice a todos los venezolanos que debemos seguir sacrificándonos y como un carterista del metro de Caracas nos mete la mano en el bolsillo anunciando más impuestos y devaluando nuestro bolívar.

Creo que ningún venezolano ha visto un gesto de sacrificio, de austeridad, de administración responsable del Ejecutivo como para tener la autoridad moral de pedirnos a los venezolanos que nos sacrifiquemos para que el mismo siga siendo rico y el pueblo cada vez más pobre.

Para nadie es un secreto que la inflación se come el salario de los venezolanos y hacer en cada familia un verdadero acto de magia para lograr sobrevivir mes a mes a una economía "socialista" que cierra el empleo, aumenta impuestos, devalúa la moneda.

Una cosa es la que se dice pero otra la que desde el Gobierno se hace, sin pestañear anuncian la devaluación de BsF 2.6 a 4.3 afectando rubros como alimentos, insumos médicos, material médico-quirúrgico y medicinas que son los rubros que representan cerca del 60 por ciento del presupuesto familiar.

Son muchas las medidas que el Ejecutivo tiene para tomar antes de pedirle más sacrificios al pueblo.

Un gobierno que le importe su pueblo pondría en el último puesto de la lista de sacrificios al pueblo y no en el primer lugar.

Un gobierno responsable primero echaría mano a recortes en gasto militar que evidentemente no es un gasto prioritario para nuestro país en igual sentido recortaría todo los regalos que con indignación del pueblo constantemente realiza a unos cuantos de países panas del Presidente.

Un gobierno que proteja al pueblo primero reduciría la burocracia que existe en él, una reestructuración eficiente del número de ministerios, institutos autónomos, empresas del Estado, fundaciones y cuantos caprichos presidenciales se van creando.

Por eso los venezolanos debemos mantenernos unidos en rechazo a este paquetazo que consolida a un régimen rico que le pide sacrificios a un pueblo pobre.

Hay sin duda un camino mejor, un camino donde el Gobierno sea un promotor de empleo, sea un facilitador de la libre iniciativa de los venezolanos, que sea para todos por igual, una administración austera y un pueblo productivo.

Es más fértil impulsar la reactivación de la producción nacional que aumentar el IVA, es más importante crear empleo que expropiar empresas.

Esa nueva Venezuela juntos la podemos lograr porque los venezolanos merecemos un país de oportunidades, un país de empleo y seguridad.

Sigamos juntos, sigamos adelante hacia la nueva Venezuela.