27.7.11

Seres humanos mueren por millones en Somalia

HAMBRUNA EN SOMALIA. La ONU declaró ayer la situación de hambruna en Somalia, donde hasta 10 millones de personas -como la madre y el niño de dos años que aparecen en la imagen, tomada en un centro de distribución de alimentos en Mogadiscio-, se encuentran en situación crítica. El reparto de ayuda humanitaria choca con el grupo radical islámico Al Shabab, vinculado a Al Qaeda, que rechaza la actuación de las ONG . / Foto: Abukar Albadrí (Efe)

Doce millones de personas están en riego de morir de hambre estos días al sur de Somalia, Kenia y otros países del cuerno de Africa, según la cumbre de emergencia de gobiernos, ongs y agencias especializadas organizada ayer en Roma por la FAO, la principal agencia alimentaria de la ONU (Food and Agriculture Organization). El dato no utilizado allí, y que amenaza con extender el riesgo de hambrunas a otros países, es que los precios de los alimentos y las materias primas acaban de superar en términos reales su máximo histórico, récord que ha venido para quedare muchos años si no hay acciones internacionales mas contundentes que las intentadas sin éxito los tres últimos años desde el G20. Así, aun con la crisis financiera del mundo desarrollado, la demanda de recursos naturales es y seguirá siendo superior a la oferta.

El comunicado oficial de la cumbre, al igual que las declaraciónes de sus organizadores, incluyen testimonios de quienes han visto a madres que ya han perdido sus hijos. Ambos se centran en describir los riesgos sin anunciar acuerdos de efectividad inmediata, al margen de la ayuda internacional o la retórica habitual sobre la agricultura sostenible.También coinciden en atribuir las causas a las sequías, las subidas de precios de los alimentos y los conflictos locales. Es una visión miope que elude el carácter estructural del problema, que le da mucha probabilidad de permanencia, y ni siquiera cita sus dos causas principales: la fuerte demanda de países emergentes que carecen de materias primas y la demora o escasa efectividad de las medidas contra la especulación financiera anunciadas o ya tomadas.

Son principalmente estos dos problemas irresueltos, y no solo los citados por el Director General de la FAO, Jacques Diouf, los que han creado una situación catastrófica que requiere con urgencia la ayuda internacional masiva para evitar futuras hambrunas y crisis de inseguridad alimentaria en la región. Sin resolver aquellos dos grandes desafíos, por mucha ayuda internacional para que los países ahora afectados y la comunidad internacional fortalezcan con urgencia el sector agrícola y aceleren las inversiones en desarrollo rural, el máximo histórico que acaba de registrarse seguirá causando estragos.

Máximo histórico y estructural

Este máximo en precios reales bate al registrado durante las hambrunas de la primera guerra mundial, carestía realmente mayor hasta ahora que las ocasionadas por la previa al crak de 1929, la Segunda Guerra Mundial, los años 70 y el aun mayor pico de 2008. En todos esos récord previos las burbujas de precios fueron seguidas por crisis económicas. No lo ha publicado la FAO ni la ONU, sino que corresponde al indice de materias primas del McKinsey Global Institute. Creado por la consultora de gestión mas utilizada por las multinaxionales, el indice incluye la media ponderada por el comercio mundial de alimentos, otros productos agrícolas, metales y energía. Tiene como media 100 los años 1999-2001 y cubre hasta los cuatro primeros meses del presente año, cuando como puede verse en el cuadro de la FAO que figura a la derecha del anterior empezaron a estabilizarse los precios de los alimentos, aunque sin llegar a bajar el conjunto, aunque en algún caso como el precio del algodón se desplomó un 38% en julio tras marcar sus respectivos máximos.


En el gráfico de la izquierda, evolución de los precios de los recursos naturales entre 1900 y 2011, que refleja cómo en los cuatros primeros meses de este año alcanzaron un máximo histórico, superior al de la I Guerra Mundial. A la derecha, evolución de los precios de los alimentos, mes a mes, desde 2007. Gráficos: mckinsey.com y fao.org
El actual cambio estructural queda al analizar el gráfico que encabeza este análisis. Mientras que durante el siglo XXI los episodios mas coyunturales de carestía de las materias primas no impidieron que su precio real bajara una media del 1% anual, en la primera década del siglo XXI la escalada de los alimentos no ha sido compensada por la fuerte crisis iniciad del ano 2008 en las finanzas, la actividad económica y ahora en la deuda publica de los países mas desarrollados. Esta gran novedad estructural obedece principalmente a tres causas, antes no tan presentes: la mayor especulación financiera que afecta a esos productos, la incorporación a la demanda internacional de varios miles de millones de personas en países emergentes que antes carecían de capacidad de compra y ahora carecen de recursos naturales autóctonos para satisfacerla, y la mayor proximidad de algunos de esos recursos naturales al agotamiento previsible de sus reservad mundiales. Tres problemas que habrá que abordar, junto al aumento de la productividad sacada a los recursos naturales.

Sin embargo, apenas estuvieron presentes esas soluciones en el foro de la FAO, obviamente mas atareado en la urgencia de abrir un puente alimentario de emergencia a los países afectados. Sí dijo el ministro francés de Agricultura, Bruno Le Maire, que “esta crisis pone de relieve la necesidad de aplicar de forma urgente el plan de acción sobre la volatilidad de los precios alimentarios y la agricultura adoptado por los ministros de Agricultura del G20 el pasado 23 de junio en París, en especial en lo relativo a la coordinación internacional de políticas, la producción y productividad agrícolas y las reservas de alimentos destinadas a las emergencias humanitarias”. Pero lo cierto es que, peee a las medidas de freno a la especulación en el G-20, los precios de las materias primas seguirán disparados por el clima y la demanda de los países emergentes,como indicaba en un reciente análisis para la revista Consejeros, porque el hambre de alimentos crece más que las acciones globales para bajar sus precios y asegurar los abastecimientos.

Las medidas tomadas al empezar este verano por gobiernos y ministros de agricultura del G-20 frenaron las alzas, aunque resultarán insuficientes. El problema afecta por igual a casi todas las materias primas. En volumen y precios han terminado de recuperar los niveles previos a la crisis la pasada primavera. Pero los mercados de futuros aún descuentan subidas de hasta el 50% en un año, si bien las apuestas alcistas se han reducido un 37% desde el máximo de abril por las medidas contra la especulación. A corto, y sobre todo a medio y largo plazo, esa batalla antiespeculativa tendrá menos efecto porque choca contra las previsiones climáticas, la creciente concentración urbana y la nueva demanda de varios miles de millones de personas en los propios países emergentes.

La preocupación ante las alzas de precios de las materias primas, y en particular de los alimentos, ha sido constante en las últimas cumbres mundiales. Desde la primavera del 2009, cuando los precios dejaron de bajar por la recesión y retomaron su escalada, todas las últimas cumbres y reuniones de agencias internacionales involucradas, así como de ministros de los 20 países más desarrollados y emergentes, se han caracterizado por la preocupación ante el alza de las materias primas, y en especial de los alimentos.

Batalla generalizada

La escalada de acciones contra la especulación ha seguido a la de los precios. En enero último las ministros de energía del G-20, reunidos en Riad, comprometieron a las principales organizaciones internacionales energéticas (IEF, IEA y OPEC) a compartir bases de datos y apostar por la transparencia de los precios contra la especulación. En febrero, al calor de las revueltas árabes, los ministros de Economía respaldaban esas acciones, comprometían en ellas a la OICV-IOSCO, y las extendían contra la carestía de alimentos, además de pedir que en octubre próximo se apliquen medidas similares al gas y al carbón. El consenso avanzó entre los ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales reunidos en Washington a finales de abril. Lo concretaban en lo que respecta a la volatilidad de los alimentos a finales de junio los ministros de agricultura, que acordaron proponer al plenario de otoño del G-20 un Plan de Acción dirigido por Francia a incrementar la producción agraria internacional, reforzar la información y la transparencia de los mercados, lograr una mayor coordinación de la política mundial para prevenir crisis alimentarias, mejorar los mecanismos para gestionarlas cuando se produzcan, y conseguir una mejor regulación de los mercados de futuros en que cotizan las materiasprimas.

En la batalla por el freno en los precios se han involucrado directamente la UE, los EE.UU, Japón e incluso al final China. Aunque en septiembre del 2010 no cumplió el plazo para aprobar la prometida directiva que regularía la infraestructura del mercado de derivados, el pasado 2 de febrero la Comisión Europea anunció la rápida aplicación de la Iniciativa de Materias Primas, adoptada en 2008, y medidas para mejorar la integridad, supervisión, transparencia y estabilidad de los mercados de derivados dematerias primas, con la revisión de las directivas de abusos de mercados y mercados financieros y la actualización de su lista de 14 críticas materiasprimas críticas, por entender que su Comunicación sobre productos básicos y materias primas contribuye decisivamente a la estrategia Europa 2020; es decir, al crecimiento sostenible. En los EE.UU, mientras se cierran con multas algunas investigaciones sobre operaciones especulativas y se anuncian otras sobre Goldman y el mercado de petróleo, la Comisión de Futuros sobre Mercancias dice que llevará adelante la reforma Dodd-Frank para limitar mas de 30 tipos de operaciones, demorada en su aplicación desde enero del 2010, y a primeros de mayo la SEC (Comisión de Regulación Bursátil) anunció que los derivados sobre energía y tipos de interés no gozarán de exenciones. Además, las medidas de Japón para asegurar la recuperación del último terremoto y alarma nuclear fueron reforzadas el 6 de julio por China al subir los tipos de interés para frenar una inflación alimentada sobre todo por los precios de alimentos, petróleo y otras materias primas.

Estos precios globalizados por las finanzas y sus derivados habían alcanzado a finales de abril y principios de mayo niveles próximos o superiores a los previos a la crisis, tras recuperar igualmente los volúmenes anteriores y registrar en los 3 últimos años la evolución que reflejan las estadísticas de la OMC. Tales máximos de cotización y volumen tras la crisis enseguida se vieron erosionados por las primeras medidas internacionales contra la especulación. El petróleo cedió en precios ante ellas más de un 10%, y otro tanto en previsiones de subida, después de que la IEA (siglas en inglés de la Agencia Internacional de la Energía) liberara en junio reservas por tercera vez en su historia. Algo similar le sucedió a los alimentos en los días siguientes a la decisión de finales de junio en el G-20.

Pese a los reiterados anuncios y voluntades antiespeculativa de gobiernos y organizaciones internacionales, algunos medios (Financial Times 7-7-2011) dijeron que las medidas “sorprendieron” a los operadores”: “Primero, el petróleo registró una de sus caídas más marcadas el 5 de mayo, sin mucha justificación aparente. En junio, la Agencia Internacional de la Energía cogió desprevenidos a los operadores anunciando que liberaría reservas por tercera vez en su historia. Finalmente, los inversores en materias primasagrícolas asistieron al golpe bajista de un 10% al precio del maíz después de que el Gobierno estadounidense sorprendiera a los operadores con sus predicciones sobre las siembras y los inventarios”.

Futuros aún muy alcistas

Sorprendidos o no, lo futuros mundiales de materias primas todavía reflejaban a principios de julio expectativas de subidas adicionales de hasta el 50%, pese a que en los dos últimos meses han sido comprimidas en un 37%. Pero las causas a las que se atribuye, al margen de la citada sorpresa (que de ser cierta revelaría la escasa credibilidad dada por los mercados a los reiterados anuncios de actuaciones contra los mismos), tienen que ver menos con esas acciones internacionales y mas con la preocupación sobre las perspectivas de crecimiento de EEUU y Europa y los temores a un aterrizaje no tan suave de China y otras economías emergentes.

En cualquier caso, habrá que esperar al G-20 y las medidas antiespeculativas que impulsa, así como la puesta en marcha en otoño del plan de sus ministros de Agricultura para que la producción agrícola supere con mucho el crecimiento de la población. Si para el 2050 es esperan 9.000 millones de personas, intenta que la producción agrícola se eleve un 70% en todo el mundo y un 100%% en los países en desarrollo.

De momento lo relevante es que las todavía resistentes expectativas alcistas de las materias primas soporten al mismo tiempo esas dos poderosas razones para bajar tanto como el 2008: acciones antiespeculativas y esperado deterioro en la demanda. Entre una y otra, han provocado los dos últimos meses una retirada de dinero en ese mercado de futuros mayor todavía que la registrada en plena crisis financiera tras la caída de Lehman Brothers en octubre del 2008. Mientras que en octubre-diciembre de aquel año la inversión financiera en materias primas se redujo en 8.000 millones de dólares, Barclays Capital estima que los dos últimos meses han sacado 6.900 millones de dólares (4.760 millones de euros). También han reducido su exposición en valores bursátiles vinculados a las commodities y las apuestas sobre el dólar australiano, la divisa más vinculada a los precios de las materias primas.

La huida deja preguntas en el aire, al ser comparativamente mucho mayor que entonces, cuando la economía mundial caminaba hacia la mayor recesión desde los años 30, mientras que ahora parece haber superado esa prueba y se recupera, pese a los problemas dejados por la sustitución de deudas privadas por públicas. Las respuestas vienen de la estructura económica internacional y reflejan lacerantes desigualdades humanas y climáticas.

Problemas estructurales

Estas respuestas complican las tareas de superar los desafíos actuales, en algunos casos similares a los de los años 30. Por eso hay entre economistas cierto debate sobre ”el error de 1937“, cuando una serie de políticas contractivas ante la subida de precios impulsada por las materias primasahogó la recuperación de 1933-37 y llevó a la recesión de 1937-38. Ahora las commodities han pasado de los dos tercios del comercio mundial a apenas un tercio, aunque el volumen total tiende a ser 100 veces mayor, y sobre todo el aumento de la población ha elevado hasta más de 1.000 millones los habitantes en la pobreza por unos cotes alimentarios ya situados en ”niveles peligrosos”, en palabras del presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, quien reconoció que los últimos 8 meses habían elevado en 50 millones los más de 900 millones de personas en todo el mundo que pasan hambre cada día.

Entre las diferencias de coyuntura respecto al inicio de la crisis destaca que entonces las commodities empezaron a caer bruscamente a principios del 2007 como anticipadores de la crisis, primero metales, luego materias primasagrícolas y petróleo y finalmente alimentos y comidas. Ahora las perspectivas de caídas de la producción son menores tanto en los países desarrollados como en los emergentes, que como entonces duplican o triplican las tasas de los avanzados.

A caballo entre esa coyuntura y problemas estructurales como los vinculados al cambio climático están las expectativas de que el hambre se extienda ante las sequías de unas zonas y las inundaciones de otras. Es probable la caída de la producción mundial de alimentos ante las muchas probabilidades de que China este afectada por más severas sequías, de que llueva también menos en el Mediterráneo, y de que en América del Norte por el contrario haya demasiadas lluvias, según la Organización Meteorológica Mundial. Así, la producción agrícola encontrará mayores problemas para satisfacer la demanda, sin que lo compense la mayor productividad derivada del progreso tecnológico y de la transición demográfica.

El Índice de Alimentos de la ONU y la Agricultura Mundial de Alimentos de precio, que sigue 55 materias primas alimentarios, aumentó nueve veces en los últimos 10 meses, con el medidor de pico a 237,24 en febrero pasado, antes sequias ya registradas esta primavera en China, donde ha afectado a 6,5 ​​millones de hectáreas de cultivo y ha obligado a liberar agua a del río Yangtze, en la presa de las Tres Gargantas, la mayor del mundo. En los EE.UU., las inundaciones del río Mississippi y afluentes han afectado a casi 3.6 millones de acres. “El cambio climático, el alto y volátil precio de la energía y los alimentos, la población y el crecimiento de los ingresos” presionarán como nunca antes, según Mark Rosegrant, director de tecnología del medio ambiente y la producción en la Conferencia Internacional Investigaciones sobre Políticas Alimentarias.

Mayores problemas todavía serán los cambios en las dietas, la mayor demanda derivada de la desagrarización y el aumento de la urbanización, sobre todo en los países emergentes, que hoy suponen más del 50% de la renta mundial frente al 30% de los años sesenta y que aportan cuatro quintas partes del crecimiento de los últimos años. Los varios miles de millones de personas dispuestos a acceder en los países emergentes a las clases medias consumen cada vez más carne, y producir un kilo de de cerdo cuesta 3 kilos de cereales, al tiempo que un kilo de res necesita más de 6 kilos. Si en las cinco últimas décadas la desaceleración del crecimiento de la población mundial (desde tasas superiores al 2% en los sesenta a las actuales del 1%) ha impactado en la demanda, ha vuelto a crecer la intensidad en el consumo de carne respecto al GDP desde mediados de 2005, como ya sucedió a finales de los ochenta y noventa.

Al mismo tiempo, se ha reducido el ahorro de las familias, que en los países emergentes sigue los pronósticos de la U invertida con el desarrollo, aunque los pobres necesitan dedicar mas parte de sus ingresos para comida y sufren más la carestía de alimentos. No es de extrañar que el maíz, como otros productos alimentarios, cotiza a más del doble de hace un año.

Problemas de distribución más que de producción

Los problemas estructurales no son tanto de producción como de distribución, sea entre países (el 20% de la población sigue con el 80% de los recursos) como dentro de los mismos. El hambre, grave y generalizada, no se debe a la escasez de alimentos, sino a la pobreza de las poblaciones afectadas, carentes de los medios para adquirirlos. Esa problemática también sigue presente, aunque haya sido objeto de todas las grandes cumbres mundiales del último medio siglo: Roma 1954, Belgrado 1965, y sobre todo Bucarest 1974, México 1984, o el Programa 21 de la Cumbre de Río de Janeiro (1992) y la última Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (CIPD). Parte del problema podrían paliarlo los emergentes si mantienen las tasas de crecimiento de la última década y reducen la desigualdad, persistente incluso entre países que han registrado record de revueltas ciudadanas los últimos meses tras batir record de crecimiento los últimos años, caso de algunos leones africanos.

La población mundial, aunque camina de los 6.000 millones de comienzos de siglo hacia los 8.300 millones en el año 2030, cada vez está mejor alimentada; incluso algunos estudios aseguran que la demanda tenderá a disminuir del 2,2% de los últimos treinta años hacia el 1,5%. El nivel medio de nutrición tiende a elevarse hacia las 3.050 kilocalorías per capita en 2030, frente a las 2.360 en años sesenta y las 2.800 actuales. Incluso antes de que a mediados de la pasada década empezaran a dispararse los precios de alimentos y materias primas el hambre en los países menos desarrollados estaba contenido en unos 777 millones de personas y esperaba reducirse a 440 millones en el año 2030, aunque cuando se había renunciado a dejarla en la mitad hacia el año 2015 como señalaban los objetivos del milenio aprobados en la cumbre de Río al empezar los años noventa.

Aunque la producción pasa de sistemas de pastos extensivos a métodos más intensivos e industriales, los cambios de clima intensifica la dependencia de algunos países menos desarrollados de las importaciones.Los indicios del mayor problema distributivo empiezan porque la tierra cultivable para la producción alimentos crecerá más despacio que en el pasado, ya que se prevé que la deforestación siga disminuyendo en el futuro, aun cuando en los países menos desarrollados aumente la superficie irrigada, las modernas biotecnologías sirvan para mejorar la seguridad alimentaria y se extiendan otras tecnologías prometedoras que combinan el aumento de producción con una mayor atención al medioambiente, la agricultura de conservación sin labranza y la ordenación integrada de las plagas o de los fertilizantes. A nivel local, la orgánica podría ser una alternativa a la agricultura tradicional.

Sin embargo, esos problemas de distribución escapan a los objetivos de las instituciones internacionales agrarias, aunque ahora podrán atenuarse con las medidas antiespeculación y de mejora de la información y transparencia de los mercados. La FAO tiene como objetivo el acceso de todos a alimentos con acciones contra el hambre, la promoción del desarrollo y la mejora de nutrición y seguridad alimentaria, para lo que un comité de seguridad alimentaria mundial analiza necesidades y evalúa disponibilidades o vigila reservas y supervisa; hay un programa especial en 83 países con hambre crónica. Además, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) fomenta la participación de la población rural pobre y su promoción económica. Un tercer organismo, también con sede en Roma, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), asiste según la fórmula “alimentos por trabajo” y tiene proyectos de “alimentos para el crecimiento”

Temores al proteccionismo

Esto ha elevado los temores al proteccionismo, por lo que en sus diversas cumbres de ministros o generales el G20 ha rechazado el restablecer barreras al comercio y ha resaltado últimamente que la apertura y el buen funcionamiento de los mercados es fundamental para permitir mayores inversiones, insistiendo en que las barreras a la exportación de ayuda humanitaria afectan “a los más necesitados”.

Está demostrado que la eliminación de las distorsiones al comercio agrícola reduce la pobreza. Así lo reafirma un documento de trabajo del Banco Mundial, cuyos autores (Kym Anderson, John Cockburn y Martin) documentan que la eliminación de las distorsiones a laigualdad internacional, en gran parte por el incremento de los ingresos agrícolas netos y el aumento de los salarios reales de los trabajadores no cualificados en los países en desarrollo, reduciría un 3% el número de personas que viven por debajo del umbral de pobreza (un dólar al día). Otro estudio global, basado en el modelo del Proyecto Global Trade Análisis, apunta a un efecto incluso mayor por las pérdidas de ingresos arancelarios e impuestos que no llegan a los más pobres.

De las exportaciones mundiales de productos primarios, un tercio son alimentos y dos tercios combustibles y productos mineros. En el total del comercio mundial de mercancías, todavía cuatro veces mayor que el de servicios, las primeras rondan el 10% y las segundas el 20%; el resto son manufacturas. Pero esa cuota mundial de ventas alimentarias del 10% supera el 30%.

Los precios y niveles del comercio mundial han terminado de volver a su situación previa a la crisis durante la pasada primavera. Los precios de lascommodities (materias primas o también llamadas productos básicos o primarios, aunque la estricta traducción de aquellas es bienes) bajaron notablemente en 2009 a medida que se instalaba la recesión mundial, y volvieron a repuntar cuando se reanudó el crecimiento en 2010. El valor de los intercambios comerciales aumentó aproximadamente un 22 por ciento en el primer trimestre de 2011 Según el pronóstico mundial, en 2011 el crecimiento del PIB mundial sería del 3,1% a tipos de cambio del mercado; las economías desarrolladas registrarían un 2,2 por ciento y el resto del mundo (incluidas las economías en desarrollo y la Comunidad de Estados Independientes).