22.6.09

A las puertas de la gran crisis


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Es muy probable que la economía mundial se encuentre a punto de traspasar un umbral histórico. Parece que hemos llegado al límite de resistencia del mercado financiero global; un límite lógico y natural pero que muchos economistas (algunos incluso laureados por “grandes” premios ) no han sabido ver o han preferido ignorar.
Es algo muy diferente a otras crisis anteriores. Si no hemos llegado faltará poco, pero la economía del crecimiento sostenido y del “perpetuo movimiento” y expansión toca a su fin.

La riqueza real y tangible no crece – ni de lejos- tan velozmente como crece el dinero, y las verdaderas fuentes de riqueza están agotándose casi todas a la vez y a un ritmo creciente. (picos de materias primas, recursos energéticos fósiles y recursos minerales; alimentos, agua dulce, etc. ). Si a estos datos les añadimos los del crecimiento demográfico es fácil deducir que tocará un pedacito de tarta cada vez más pequeño por persona, y que la única forma, a partir de ahora, de que los ricos puedan seguir acumulando riquezas (aumentando su ración) será quitándosela a los demás. ¿Pero creeremos que los bancos centrales y los responsables de entidades como el FMI o el Banco Mundial no lo veían venir?
Hasta ahora, durante la época de “vacas gordas” la existencia en los países ricos de una abundante clase media ha permitido el desarrollo de estados de bienestar, con lo que no era necesario explotar en exceso a la clase trabajadora para que se enriquecieran los empresarios. Esto ha venido cambiando paulatinamente desde hace unos años, y hoy, p.e. las diferencias económicas entre el gerente de una mediana empresa y sus trabajadores son mucho mayores que hace 15 años.
Las familias de hoy precisan del salario del padre y de la madre a jornada completa para pagar – o intentarlo- las hiperinfladas (y sin embargo canijas) viviendas, llenar el carro de la compra de pseudo-alimentos semitóxicos, y echar algo de combustible en el depósito del coche, y a la postre, con lo que no sobra, pagar los impuestos de una administración ineficiente y derrochadora, cargada de gastos evitables, como las pagas “millonarias” de gran número de políticos y funcionarios.

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Además, la inflación se hace notar cada día más, y por otra parte el dinero se ha encarecido. Las materias primas también se encarecen; la energía se encarece; los salarios caen ante la competencia del mercado global; el empleo se precariza; las empresas no se atreven a invertir ante el sombrío panorama que se presenta.
Quizá lo peor es que el BCE, la Reserva Federal Americana y el Banco central de Japón no parecen saber hacer otra cosa que emitir mas dinero para aumentar la liquidez y continuar con el peligroso juego del crédito.
Y el problema es precisamente que se ha prestado demasiado dinero considerando que la economía podría seguir creciendo indefinidamente, al ritmo del dinero, pero eso no es posible mas que en el mundo de fantasía de los falsos economistas que sólo entienden de formas de amasar dinero, pero que no entienden lo fundamental de la economía. La mayoría de ellos han llegado a confundir el papel pintado que son los dólares o los euros con la riqueza verdadera, que debiera servir para hacer mas fácil la vida de las personas y no para esclavizarlas y humillarlas.
Pero aún con todo lo dura que pueda ser la crisis que está por venir, si no deriva en algo peor, como un conflicto bélico a gran escala, al final puede ser una forma eficaz de que aprendamos una valiosa lección: que debemos revisar nuestros sistemas “democráticos”, ya que permiten que una oligarquía de financieros controle los destinos de miles de millones de seres humanos.

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Añadiría que el resto de los seres que habitan la Tierra también merecen que les dejemos en paz, pero eso sería pedir demasiado a quienes ni tan sólo reconocen los derechos de las personas.

Resumiendo: la crisis puede ser como un fuego purificador si es lo suficientemente profunda e intensa, o sólo como una fruta que se pudre lentamente y que por tanto no nos hará cambiar y dejaremos que se pudran todo lentamente por contacto. Quizá sea preferible una crisis profunda si no somos capaces de responder empleando el sentido común y nuestra supuesta inteligencia.

Para leer mas:

El crash de 2010. Santiago Niño Becerra

La tormenta perfecta. Xavier Sala Martín

The Financial Tsunami. by F. William Engdahl

Los primeros pasos de la megacrisis. Jorge Beinstein

La gravedad de la crisis financiera. Paul Krugman

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Utópicos

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