“Quiero agradecer a todos los campesinos que han creído en esto y que han trabajado 30 años en esto, a todo el equipo que han entregado su vida, hoy este reconocimiento llega a todos los pueblos indígenas y campesinos”, indicó Raúl Hernández.
José Narro, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, fue el encargado de entregarle el reconocimiento al proyecto ganador, luego de vencer a Miguel Barrera, de Marabunta; Héctor González, de Fuente de Proteína, y Mariana Baños, de Llamadas que Cambian Vidas.
“Esperemos que ésta sea la primera de muchas iniciativas a favor de la justicia, de la lucha contra la pobreza, a favor de la igualdad y contra la exclusión, unidos los mexicanos hemos de salir adelante”, dijo el rector al entregar el reconocimiento al ganador de la final.
Hernández no recibirá el dinero en efectivo, ya que se le entregará en especie, pero está obligado a dar un plan de trabajo en el que se indique en qué empleará los recursos y a quién beneficiará.
A la cantidad a la que se hizo acreedor al ganar Iniciativa México se le suman 10 millones de pesos más, que el presidente Felipe Calderón se comprometió a dar.
Luis Petersen Farah escribió este artículo muy interesante que nos permitimos incluir en nuestro blog:Una iniciativa muy refrescante
Es en todos sentidos refrescante saber de poblaciones que han logrado tener agua para producir, reintegrar el líquido a la tierra, mejorar su nivel de vida y hacerlo comunitariamente. Es refrescante también saber que esos logros pueden ser replicados en otras partes.
Hace treinta años que Raúl Hernández y Gisela Herrerías se instalaron en Tehuacán, Puebla, como parte de un grupo que buscaba soluciones para el desarrollo en las partes más pobres del país. Desde entonces reconocían que la escasez de agua era una limitante clave para el avance regional. Pero no todo era carencias: contaban con la riqueza de los pueblos de la región, acumulada a lo largo de su historia.
Lo que han hecho desde entonces impresiona. Hay agua, represas, agroindustria y desarrollo de tecnologías para el cultivo intensivo de amaranto que les llevó a conseguir reconocimientos de la FAO y el PNUD. Su metodología participativa orientada al desarrollo sostenible va dejando a su paso aprecio por el trabajo y por los bienes comunes. Quizá este sedimento educativo sea su mayor acierto.
Agua para Siempre fue uno de sus primeros programas. Empezó en 1988 alrededor de la presa Santa María la Alta. Diez años después creció con el apoyo de las fundaciones Ford y Conrad N. Hilton. En 1999 inauguraron el Museo del Agua, un centro de exposición y cursos sobre el tema. A partir de entonces han ganado premios por todo el mundo.
Han demostrado que es posible impulsar el desarrollo sostenible de poblaciones marginadas mediante la regeneración de sus cuencas. Con técnicas de retención de suelos, restauración de vegetación y aprovechamiento óptimo del agua, han aumentado la disponibilidad del agua, disminuido la contaminación y mejorado los terrenos de cultivo. Integran el legado de los antiguos en la región Mixteca y el Valle de Tehuacán: la construcción de terrazas, canales y presas para aprovechar los suelos, con los conocimientos y las tecnologías actuales de información satelital.
Agua para siempre es refrescante. Existen acciones comunitarias responsables, sostenibles e inteligentes aquí, en un país como México donde ha resultado más fácil ver las fracturas sociales que los proyectos y los resultados, donde se juzga la desigualdad, en el mejor de los casos, como algo dado y sin remedio, y donde, sin embargo, ya no se puede pensar en superar la violencia si no se superan de raíz la pobreza y la marginación.
MILENIO
1 comentario:
opino como tu! muy buen sitio
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