Si una persona quiere acumular riqueza, independientemente de su status económico, no tiene sino dos opciones: o “gastar menos” o “ganar más”. ¡No hay soluciones milagrosas! Ahora bien, en la práctica esas alternativas se reducen a una: “reducir los gastos”, porque es la única que está bajo su control inmediato.
La alternativa de “ganar más” requiere de tiempo y esfuerzo adicionales. Sin embargo, el gastar menos, si se hace inteligentemente, poco a poco ayuda a ganar más, a través del rendimiento de los ahorros bien invertidos.
Fácil en teoría, pero no tanto en la práctica. ¿Cómo puede gastar menos una persona a la que el dinero no le alcanza ni para cubrir las necesidades del día a día?
¡Un argumento realmente difícil de rebatir!
Un artículo de Moisés Naim, uno de los más prestigiosos comentaristas sobre temas económicos en Iberoamérica, vino en mi ayuda. En el mismo, el autor comentaba la reciente publicación de un libro sobre el tema de la pobreza en el mundo, que lleva por título “Poor Economics”, de los autores Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo, ambos profesores del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y fundadores de la organización J-PAL, dedicada a buscar la reducción de la pobreza en el mundo a través de políticas basadas en evidencias científicas.
El libro es el resultado de un estudio realizado por su organización entre las comunidades más pobres de 18 países de los cinco continentes. Según comentaba Moisés en su artículo, el libro tenía la respuesta que yo estaba buscando: ¿cómo pueden ahorrar los pobres? Por supuesto, pedí el libro inmediatamente en Amazon.com, señala el analista financiero Rigoberto Puentes.
Los autores realizaron esta investigación sobre el sector que ellos llaman “los más pobres entre los pobres”, referido a personas que devengan menos de US$0.99 al día (127,71 bolívares al mes). Basados en sus investigaciones, los autores llegan a la conclusión de que la principal barrera para ahorrar está más relacionada con el aspecto psicológico que con el área financiera. De acuerdo con su información, la principal causa de la falta de ahorro no está en lo poco que ganan sino en la falta de auto-control para dedicar una parte de sus ingresos al ahorro. Por supuesto, esto no es nada nuevo; todos sabemos que la autodisciplina es un factor determinante a la hora de tratar de ahorrar. Lo que sí es nuevo es que el mismo concepto aplique a aquellas personas que se suponía que no ahorraban simplemente porque no les alcanzaba el dinero.
Los más pobres, al igual que las demás personas -dicen los autores-,también piensan en el futuro y saben que, a menos que se ganen la lotería para sentirse ricos de la noche a la mañana, no tienen otra alternativa más que el ahorro para acumular alguna riqueza para el futuro.
Las conclusiones, por supuesto, están basadas en casos investigados, como los que se mencionan a continuación:
* El caso del fertilizante: en una provincia rural de Kenia, la gran mayoría de los pequeños agricultores no usaba fertilizante debido a que no tenía dinero para comprarlo. Para solucionarles el problema, los investigadores les regalaron el fertilizante para la siguiente siembra.
El resultado de la cosecha, por supuesto, fue concluyente: el rendimiento aumentó en un 70%. Un resultado por demás evidente de los beneficios económicos del uso del fertilizante. Sin embargo, al continuar la investigación en la siguiente temporada, se dieron cuenta de que la mayoría de los agricultores que había obtenido tan significativo aumento en el rendimiento de la cosecha no estaba usando fertilizante.
Al preguntarles el por qué, la respuesta fue que no tenían dinero para comprarlo. ¿Qué habían hecho con el dinero recibido en la cosecha anterior? ¡Lo habían gastado, sin dejar para el abono! Algunos habían intentado comprarlo, pero al no estar disponible en la tienda el día que ellos tenían el dinero, la plata se había usado para otros fines.
Sin embargo, otros que sí habían tenido la suerte de encontrar el abono en el almacén cuando aún tenían el dinero, lo habían adquirido y lo habían guardado hasta la siguiente siembra. Los investigadores concluyeron que era una cuestión de oportunidad; era necesario tener el fertilizante disponible para cuando los parceleros tuvieran el dinero.
Así que implementaron un programa de bonos que les vendían a los agricultores tan pronto recogían la cosecha y antes de que se gastaran el dinero en otras cosas. De esta forma los agricultores ahorraban en bonos para comprar el fertilizante y no tenían la tentación de gastarlo en otras “emergencias”. La mayoría compraba los bonos inmediatamente vendían la cosecha, temiendo que si tenían la plata en su poder por mucho tiempo ésta podría esfumarse.
* Un ahorro costoso: Cuentan también los autores el caso de una mujer en India que, conociendo su falta de disciplina para ahorrar, había obtenido un préstamo de 10.000 rupias (US$621) en una entidad de microcrédito pagando el 24% anual, con el compromiso de pagarlo en cuotas semanales.
Inmediatamente recibió el préstamo colocó todo el dinero en una cuenta de ahorros que le generaba el 4% anual. Cuando se le preguntó por qué hacía ese negocio tan absurdo a los ojos de los investigadores, ella respondió que necesitaba reunir esa cantidad para los gastos de boda de su hija que se casaría dos años más tarde y era la única forma de tenerlos. Los investigadores entonces le preguntaron si no tenía más sentido aportar el dinero que iba a pagar semanalmente por el crédito, en una cuenta de ahorros.
La respuesta de la señora fue que eso era imposible, porque siempre se presentaban emergencias que no le permitían aportar todas las semanas o que podían obligarla a retirar el dinero ahorrado. Mientras conversaban con la señora se acercó otro grupo de mujeres, asombradas de la ignorancia de los investigadores: ¿acaso ellos no sabían que eso era una práctica normal entre la gente del lugar?
La conclusión es que la imposición de pagar el crédito les servía para obviar las emergencias y pagar disciplinadamente las cuotas, mientras que el aporte para ahorrar, al no ser obligatorio, no les imponía esa disciplina.
* Un ladrillo a la vez: En muchos lugares, principalmente en Marruecos, la forma más común de ahorrar es la de construir la vivienda poco a poco. De esta manera las familias, en la medida en que disponen del dinero, compran materiales antes de tener la tentación de gastarlo en otras cosas.
Un día pueden comprar unos ladrillos y cemento y construyen un cuarto; otro día compran el techo, o una puerta, o una ventana, y así, poco a poco, muchas veces durante varios años, van ahorrando y construyendo la vivienda para la familia.
Ésa es su forma de ahorrar. Por supuesto es un sistema de altísimo riesgo. Muchísimas viviendas se quedan sin terminar o son arrasadas por las lluvias. Pero, en esos sectores, la gente no tiene otra alternativa y algunos logran, al cabo del tiempo, tener una vivienda habitable.
* Los clubes de ahorro: Uno de los sistemas más creativos que han encontrado para ahorrar es la de los “clubes de ahorro”, los cuales se han desarrollado en India y en algunos países de África, como “Self-helpgroups” (Grupos de ayuda mutua o Asociaciones de rotación de ahorro y crédito).
Los asociados se reúnen periódicamente y aportan una suma a un pote común con el cual acumulan un monto suficiente para prestar, de forma rotativa, a los miembros que lo requieran.
La conclusión de los autores es que el optimismo y la esperanza de una vida mejor son unos fuertes incentivos para ayudar a la gente, aun a los más pobres, a ahorrar; pero, por otra parte, requieren de sistemas que les ayuden a autocontrolarse para poder hacerlo.
- ¿Qué gastos pueden recortar los más pobres?
Los investigadores encontraron que estas personas, cuando se decidían a ahorrar, lo hacían disminuyendo sus gastos en té, tabaco, alcohol, “snacks” y celebraciones.
Creo que las anteriores investigaciones son una respuesta a la pregunta del principio de este artículo: si una persona que gana US$0,99 al día de forma irregular puede ahorrar, con mayor razón debe poder hacerlo una persona que dispone de un ingreso fijo y un sistema estructurado (fondo de pensión y otros beneficios).
Pienso que es cuestión de vivir el presente de acuerdo con sus posibilidades y de mirar el futuro con optimismo y esperanza de una vida mejor.
Probablemente el factor que hace falta para las personas de salario mínimo es la ayuda para administrar eficientemente sus ingresos a través de programas idóneos de educación sobre economía y finanzas personales.
Rigoberto Puentes
La alternativa de “ganar más” requiere de tiempo y esfuerzo adicionales. Sin embargo, el gastar menos, si se hace inteligentemente, poco a poco ayuda a ganar más, a través del rendimiento de los ahorros bien invertidos.
Fácil en teoría, pero no tanto en la práctica. ¿Cómo puede gastar menos una persona a la que el dinero no le alcanza ni para cubrir las necesidades del día a día?
¡Un argumento realmente difícil de rebatir!
Un artículo de Moisés Naim, uno de los más prestigiosos comentaristas sobre temas económicos en Iberoamérica, vino en mi ayuda. En el mismo, el autor comentaba la reciente publicación de un libro sobre el tema de la pobreza en el mundo, que lleva por título “Poor Economics”, de los autores Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo, ambos profesores del MIT (Massachusetts Institute of Technology) y fundadores de la organización J-PAL, dedicada a buscar la reducción de la pobreza en el mundo a través de políticas basadas en evidencias científicas.
El libro es el resultado de un estudio realizado por su organización entre las comunidades más pobres de 18 países de los cinco continentes. Según comentaba Moisés en su artículo, el libro tenía la respuesta que yo estaba buscando: ¿cómo pueden ahorrar los pobres? Por supuesto, pedí el libro inmediatamente en Amazon.com, señala el analista financiero Rigoberto Puentes.
Los autores realizaron esta investigación sobre el sector que ellos llaman “los más pobres entre los pobres”, referido a personas que devengan menos de US$0.99 al día (127,71 bolívares al mes). Basados en sus investigaciones, los autores llegan a la conclusión de que la principal barrera para ahorrar está más relacionada con el aspecto psicológico que con el área financiera. De acuerdo con su información, la principal causa de la falta de ahorro no está en lo poco que ganan sino en la falta de auto-control para dedicar una parte de sus ingresos al ahorro. Por supuesto, esto no es nada nuevo; todos sabemos que la autodisciplina es un factor determinante a la hora de tratar de ahorrar. Lo que sí es nuevo es que el mismo concepto aplique a aquellas personas que se suponía que no ahorraban simplemente porque no les alcanzaba el dinero.
Los más pobres, al igual que las demás personas -dicen los autores-,también piensan en el futuro y saben que, a menos que se ganen la lotería para sentirse ricos de la noche a la mañana, no tienen otra alternativa más que el ahorro para acumular alguna riqueza para el futuro.
Las conclusiones, por supuesto, están basadas en casos investigados, como los que se mencionan a continuación:
* El caso del fertilizante: en una provincia rural de Kenia, la gran mayoría de los pequeños agricultores no usaba fertilizante debido a que no tenía dinero para comprarlo. Para solucionarles el problema, los investigadores les regalaron el fertilizante para la siguiente siembra.
El resultado de la cosecha, por supuesto, fue concluyente: el rendimiento aumentó en un 70%. Un resultado por demás evidente de los beneficios económicos del uso del fertilizante. Sin embargo, al continuar la investigación en la siguiente temporada, se dieron cuenta de que la mayoría de los agricultores que había obtenido tan significativo aumento en el rendimiento de la cosecha no estaba usando fertilizante.
Al preguntarles el por qué, la respuesta fue que no tenían dinero para comprarlo. ¿Qué habían hecho con el dinero recibido en la cosecha anterior? ¡Lo habían gastado, sin dejar para el abono! Algunos habían intentado comprarlo, pero al no estar disponible en la tienda el día que ellos tenían el dinero, la plata se había usado para otros fines.
Sin embargo, otros que sí habían tenido la suerte de encontrar el abono en el almacén cuando aún tenían el dinero, lo habían adquirido y lo habían guardado hasta la siguiente siembra. Los investigadores concluyeron que era una cuestión de oportunidad; era necesario tener el fertilizante disponible para cuando los parceleros tuvieran el dinero.
Así que implementaron un programa de bonos que les vendían a los agricultores tan pronto recogían la cosecha y antes de que se gastaran el dinero en otras cosas. De esta forma los agricultores ahorraban en bonos para comprar el fertilizante y no tenían la tentación de gastarlo en otras “emergencias”. La mayoría compraba los bonos inmediatamente vendían la cosecha, temiendo que si tenían la plata en su poder por mucho tiempo ésta podría esfumarse.
* Un ahorro costoso: Cuentan también los autores el caso de una mujer en India que, conociendo su falta de disciplina para ahorrar, había obtenido un préstamo de 10.000 rupias (US$621) en una entidad de microcrédito pagando el 24% anual, con el compromiso de pagarlo en cuotas semanales.
Inmediatamente recibió el préstamo colocó todo el dinero en una cuenta de ahorros que le generaba el 4% anual. Cuando se le preguntó por qué hacía ese negocio tan absurdo a los ojos de los investigadores, ella respondió que necesitaba reunir esa cantidad para los gastos de boda de su hija que se casaría dos años más tarde y era la única forma de tenerlos. Los investigadores entonces le preguntaron si no tenía más sentido aportar el dinero que iba a pagar semanalmente por el crédito, en una cuenta de ahorros.
La respuesta de la señora fue que eso era imposible, porque siempre se presentaban emergencias que no le permitían aportar todas las semanas o que podían obligarla a retirar el dinero ahorrado. Mientras conversaban con la señora se acercó otro grupo de mujeres, asombradas de la ignorancia de los investigadores: ¿acaso ellos no sabían que eso era una práctica normal entre la gente del lugar?
La conclusión es que la imposición de pagar el crédito les servía para obviar las emergencias y pagar disciplinadamente las cuotas, mientras que el aporte para ahorrar, al no ser obligatorio, no les imponía esa disciplina.
* Un ladrillo a la vez: En muchos lugares, principalmente en Marruecos, la forma más común de ahorrar es la de construir la vivienda poco a poco. De esta manera las familias, en la medida en que disponen del dinero, compran materiales antes de tener la tentación de gastarlo en otras cosas.
Un día pueden comprar unos ladrillos y cemento y construyen un cuarto; otro día compran el techo, o una puerta, o una ventana, y así, poco a poco, muchas veces durante varios años, van ahorrando y construyendo la vivienda para la familia.
Ésa es su forma de ahorrar. Por supuesto es un sistema de altísimo riesgo. Muchísimas viviendas se quedan sin terminar o son arrasadas por las lluvias. Pero, en esos sectores, la gente no tiene otra alternativa y algunos logran, al cabo del tiempo, tener una vivienda habitable.
* Los clubes de ahorro: Uno de los sistemas más creativos que han encontrado para ahorrar es la de los “clubes de ahorro”, los cuales se han desarrollado en India y en algunos países de África, como “Self-helpgroups” (Grupos de ayuda mutua o Asociaciones de rotación de ahorro y crédito).
Los asociados se reúnen periódicamente y aportan una suma a un pote común con el cual acumulan un monto suficiente para prestar, de forma rotativa, a los miembros que lo requieran.
La conclusión de los autores es que el optimismo y la esperanza de una vida mejor son unos fuertes incentivos para ayudar a la gente, aun a los más pobres, a ahorrar; pero, por otra parte, requieren de sistemas que les ayuden a autocontrolarse para poder hacerlo.
- ¿Qué gastos pueden recortar los más pobres?
Los investigadores encontraron que estas personas, cuando se decidían a ahorrar, lo hacían disminuyendo sus gastos en té, tabaco, alcohol, “snacks” y celebraciones.
Creo que las anteriores investigaciones son una respuesta a la pregunta del principio de este artículo: si una persona que gana US$0,99 al día de forma irregular puede ahorrar, con mayor razón debe poder hacerlo una persona que dispone de un ingreso fijo y un sistema estructurado (fondo de pensión y otros beneficios).
Pienso que es cuestión de vivir el presente de acuerdo con sus posibilidades y de mirar el futuro con optimismo y esperanza de una vida mejor.
Probablemente el factor que hace falta para las personas de salario mínimo es la ayuda para administrar eficientemente sus ingresos a través de programas idóneos de educación sobre economía y finanzas personales.
Rigoberto Puentes
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