25.5.06

Países ricos, países pobres

  • Rubén Loza Aguerrebere
El destacado historiador y ensayista argentino José Ignacio García Hamilton, a quien debemos espléndidas biografías noveladas, entre ellas las de Sarmiento, Bolívar y San Martín, acaba de dar a conocer en esta zona del mapa su libro de ensayos Por qué crecen los países (Sudamericana).

En estas páginas, el ensayista desarrolla ideas complementarias de su anterior obra El autoritarismo hispanoamericano y la improductividad, que ha tenido vasta repercusión. Este reciente libro agotó en pocos días su primera edición.

En el primer capítulo, García Hamilton, siguiendo su peripecia personal y, asimismo, la familiar, nos ofrece el retrato singular de una vida y de una generación.

A través de ese espejo en el camino analiza el desarrollo, el crecimiento y la declinación (sin pasar por el “apogeo” al decir de un tratadista, como señala) de naciones latinoamericanas, al analizar, en concreto, el caso de la Argentina.

Por su reflejo ejemplar, deben mencionarse los estudios del “Martín Fierro”, como el arquetípico gaucho que se hizo violento, y la personalidad de Eva Perón, vista en el capítulo llamado “La Dama buena que regala lo ajeno”. Y es que observa uno y otro caso como paradigma de aquellos países que sustituyeron la dádiva por el trabajo.

Tras hacer un repaso el mundo judío, Grecia y Roma, García Hamilton se inserta en el crecimiento de Inglaterra, Francia, Alemania y Estados Unidos; y hablando de este último, destaca que “el funcionamiento del esquema institucional basado en la descentralización y la vigencia competitivas resultó tan apto que, al cabo de poco más de un siglo, al terminar en 1918 la Primera Guerra Mundial, el país ya había sobrepasado a Inglaterra y ocupaba el primer puesto en la economía mundial”.

Como contracaras del mismo, pasa luego al estudio de aquellos países cuyo sello es la concentración del poder, y, para decirlo con sus palabras, nos encontramos con el siguiente panorama: “En la realidad rusa, Lenin y Stalin ejecutaron a millones de seres humanos con el fin de construir la utopía de un mundo ideal, sin lo “tuyo y lo mío”, a través de la dictadura del proletariado”.

En sucesivos capítulos, con los sistemas dictatoriales y populistas que en esta América han procurado la “felicidad de los pobres”, el ensayista e historiador pasa revista en el siglo XIX, en México, la dictadura de Antonio López de Santana, en su país la de Rosas, el ejercicio del poder absoluto de Antonio Guzmán en Venezuela y, entrando en el siglo XX, sigue los pasos del “Estado Novo” de Getulio Vargas, el régimen del argentino Juan Domingo Perón, observando cómo Nicaragua experimentó la dinastía de los Somoza, la República Dominicana a Trujillo, Cuba a Fulgencio Batista, Colombia a Rojas Pinilla, Paraguay a Stroessner.

Finalmente, llegamos a las dictaduras de izquierda: la peruana de Velasco Alvarado y, por cierto, la cubana de Fidel Castro, la más larga de todas. Observa García Hamilton que en estos casos los regímenes afectaron el derecho de propiedad tanto como las garantías cívicas.

Afirma García Hamilton que en los sistemas autoritarios y populistas “aunque sus dirigentes se llenen la boca con expresiones retóricas de amor al pueblo, no sólo impiden las libertades sino que condenan a las poblaciones a vivir en la pobreza y el estancamiento”. Ésta es, justamente, la posición de los países que no crecen.

En la posición opuesta están los países que crecen, pues las sociedades, dice el autor argentino, “han establecido un sistema político estable, con gobiernos cuyos poderes han sido limitados y equilibrados entre sí”. Y afirma, rotundo: “Las comunidades que han crecido son aquellas en las que se ha facilitado la circulación de los factores productivos, fundamentalmente el capital en todas sus expresiones y la fuerza de trabajo”.

Por cierto, García Hamilton, a quien recientemente impidieron entrar en Cuba, es un intelectual liberal dueño de una visión lúcida y contundente, capaz de entregarnos en esta convulsionada sudamérica de hoy, con gobiernos de izquierda que emprenden rumbos diferentes y estilos personalistas, libros como éste, que destellan por su higiene civilizadora.

La Estrella Digital

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