En Europa, en pleno invierno, unas señoras decidieron visitar a unos pobres. Fueron a un barrio marginal. Allí entregaron algunos regalos que habían comprado. Vieron a un niño que no es que estuviera mal vestido; estaba casi desnudo.
A una de las señoras se le ocurrió preguntarle: -Hijo, ¿no tienes frío? Y el niño contestó:
-¿Usted tiene frío en la cara?
- No.
-¡Pues para mí todo es cara! Bonita lección para considerarla cuando el consumismo intente narcotizar nuestra ya de por sí, frágil voluntad.
La periodista italiana Oriana Falla-cci, ya fallecida, escribió: "Sabemos por qué se han hundido las demás civilizaciones: por un estado de bienestar, de riqueza, y una falta de moralidad".
El desprendimiento de los bienes materiales no exime del sacrificio generoso. Poca gente sabe que Gaudí tuvo que salir a la calle para poder continuar las obras del templo de la Sagrada Familia. En una de esas exitosas visitas ocurrió este diálogo:
-Muchas gracias, dijo Gaudí.
-No me dé las gracias, le contestó su benefactor. En realidad no me supone sacrificio.
-Entonces -dijo con gracia Gaudí- no me sirve. Mejor dicho, no le sirve a usted. Trate de aumentar su ayuda hasta sacrificarse.
-¡Le será más grata a Dios! Porque la caridad que no se apoya en el sacrificio, no es verdadera y tal vez, no sea más que vanidad. El caballero se quedó boquiabierto. Reflexionó. Como era buen cristiano, comprendió y entregó un donativo mayor.
-Ahora soy yo quien le da las gracias a usted, señor Gaudí.
La pobreza como virtud no está reñida con la "creatividad comercial". Cuentan que un día Salim le dice a su hijo:
-Hijo, quiero que te cases con una dama que ya escogí.
El hijo responde:
-Pero padre, yo quiero escoger a mi mujer.
Salim insiste:
-Hijo, ella es hija de Bill Gates.
El hijo responde:
-Bueno, en ese caso, acepto.
Lean: La difícil tarea de los Reyes Magos, de Oswaldo Pulgar Pérez
A una de las señoras se le ocurrió preguntarle: -Hijo, ¿no tienes frío? Y el niño contestó:
-¿Usted tiene frío en la cara?
- No.
-¡Pues para mí todo es cara! Bonita lección para considerarla cuando el consumismo intente narcotizar nuestra ya de por sí, frágil voluntad.
La periodista italiana Oriana Falla-cci, ya fallecida, escribió: "Sabemos por qué se han hundido las demás civilizaciones: por un estado de bienestar, de riqueza, y una falta de moralidad".
El desprendimiento de los bienes materiales no exime del sacrificio generoso. Poca gente sabe que Gaudí tuvo que salir a la calle para poder continuar las obras del templo de la Sagrada Familia. En una de esas exitosas visitas ocurrió este diálogo:
-Muchas gracias, dijo Gaudí.
-No me dé las gracias, le contestó su benefactor. En realidad no me supone sacrificio.
-Entonces -dijo con gracia Gaudí- no me sirve. Mejor dicho, no le sirve a usted. Trate de aumentar su ayuda hasta sacrificarse.
-¡Le será más grata a Dios! Porque la caridad que no se apoya en el sacrificio, no es verdadera y tal vez, no sea más que vanidad. El caballero se quedó boquiabierto. Reflexionó. Como era buen cristiano, comprendió y entregó un donativo mayor.
-Ahora soy yo quien le da las gracias a usted, señor Gaudí.
La pobreza como virtud no está reñida con la "creatividad comercial". Cuentan que un día Salim le dice a su hijo:
-Hijo, quiero que te cases con una dama que ya escogí.
El hijo responde:
-Pero padre, yo quiero escoger a mi mujer.
Salim insiste:
-Hijo, ella es hija de Bill Gates.
El hijo responde:
-Bueno, en ese caso, acepto.
Lean: La difícil tarea de los Reyes Magos, de Oswaldo Pulgar Pérez
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