18.12.05

Negocio mortal

La trágica historia del joven genio de las finanzas que atrajo a un puñado de inversionistas a su fondo de alto riesgo y se suicidó después de perder 20 millones de dólares en la aventura.

REVISTA CAMBIO
Los jóvenes esposos Ángela Fandiño Quintero y David Troconis Oliver permanecieron juntos la mayor parte del lunes 12 de diciembre. Muy temprano en la mañana de ese día salieron de su apartamento en el norte de Bogotá con el propósito de cumplir algunas citas y adelantar diligencias bancarias.
Pasadas las tres de la tarde regresaron a su residencia, porque Ángela debía recoger el vestuario que requería para una presentación en un teatro de la ciudad, donde actuaría como bailarina. Ella no tuvo ningún inconveniente en tomar un taxi porque David le dijo que tenía trabajo pendiente y que prefería quedarse en el penthouse en donde también tenía su oficina, con la condición de recogerla en el teatro después de la obra musical. "Mi amor: tú sabes que te voy a querer toda la vida. Te amo y cuídate mucho", le dijo David a Ángela cuando se despedían en la recepción del edificio. A la joven mujer no le parecieron extrañas las palabras de su esposo porque el lenguaje amable y las frases cariñosas eran comunes en él.
Troconis subió al apartamento y le dijo a la empleada doméstica que no lo molestara porque necesitaba concentrarse en unos asuntos pendientes. Cerró la puerta de su habitación y le puso doble seguro.
"Con poco dinero, Troconis se hizo a un negocio que en corto tiempo multiplicó sus ganancias."
Poco antes de las cinco y cuando estaba casi lista para salir al escenario, Ángela recibió una llamada de la mamá de David, quien le dijo que estaba preocupada porque según la empleada algo malo ocurría en el apartamento. De inmediato se comunicó y la mujer le reiteró, asustada, que el dueño de casa no respondía y que la puerta de la habitación principal estaba bajo llave.
Sin pensarlo dos veces, Ángela se cambió, salió del teatro y se dirigió a su residencia, donde encontró a su suegra, la empleada y el celador del edificio en torno de una escena dantesca: David estaba muerto y su cuerpo se encontraba en el cuarto de baño. Entre sus piernas tenía una pistola calibre 9 milímetros con la que se había disparado en la cabeza.
La joven mujer abrazó el cuerpo inerte de su esposo y de repente se fijó en unos papeles que se encontraban en el piso. Los recogió y se dio cuenta de que se trataba de algunos extractos bancarios y de cuatro cartas, escritas de puño y letra de David, de una página cada una, dirigidas a ella, a su mamá y a su hermana, a su papá y a todos sus amigos.
Los mensajes no contenían otra cosa que la despedida de Troconis antes de suicidarse. "Como corredor de bolsa, desde hace tres meses comencé a perder dinero y a tener muchos problemas con la deuda de un banco. Esto me tiene muy agobiado", decía una de las cartas que hoy se encuentran en poder de la Fiscalía (ver recuadro).
El escándalo
A las pocas horas de conocerse la tragedia, los celulares de un puñado de hombres empezaron a sonar sin descanso. Se trataba de los inversionistas que le habían entregado a Troconis directamente o a través de diversos intermediarios, importantes sumas de dinero para que se las manejara. Entre los damnificados estaban un reconocido ex dirigente gremial, un exitoso empresario de restaurantes y gente de las más diversas profesiones que habían sido atraídas por la fama del joven genio de las finanzas que frente a un computador parecía tener el don del Rey Midas.
Los rumores sobre quién había caído y con cuánto, empezaron de manera inmediata. Según los documentos conocidos por CAMBIO, un grupo de por lo menos 130 individuos resultó damnificado y los recursos perdidos llegaron al menos a 20 millones de dólares. No obstante, el verdadero balance probablemente nunca se conocerá, pues Troconis era el único cerebro y operador de un negocio que jamás habría salido a la luz pública de no ser por su trágico desenlace.
La carrera de este colombiano nacido en Barrancabermeja hace 29 años empezó al comenzar la década cuando decidió probar suerte en el mercado de Forex, donde se transan divisas (ver recuadro). Troconis había sido desde siempre un aficionado a los mercados financieros y conoció del tema en la Universidad de Miami donde adelantó estudios de Ingeniería Civil que no alcanzó a concluir. "Él había leído mucho, había hecho varios cursos por internet. Realmente le apasionaba el negocio", asegura su esposa, Ángela.
Lo que comenzó casi como una afición para un joven que tuvo que regresar al país después de intentar establecerse en los Estados Unidos, se volvió rápidamente una ocupación de tiempo completo. Con unos pocos miles de dólares que tenía ahorrados empezó a comprar y vender monedas y descubrió que tenía una aptitud particular para identificar las oportunidades. El dinero inicial se multiplicó rápidamente hasta que un imprevisto le generó grandes pérdidas: el atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York el 11 de septiembre de 2001 produjo trastornos en la cotización del dólar y Troconis vio desaparecer su pequeña fortuna.
La ruleta
Sin embargo, después de meses de intentar suerte en otros oficios decidió probar de nuevo, tratando de aprovechar la experiencia aprendida. Para comienzos de 2002 ya había logrado amasar una suma importante y su fama de genio de las finanzas se extendió a su familia y a los amigos cercanos. Por ese entonces empezó a recibir dinero de otros a quienes les entregaba rendimientos que podían llegar a superar el 10% mensual en dólares.
Semejante talento llegó a oídos de un grupo de colombianos residentes en Panamá quienes convencieron a Troconis sobre las posibilidades de constituir un fondo de inversión para que manejara un volumen de recursos más importante. El atractivo era que si se lograban rentabilidades superiores al 10%, esa utilidad era para el Fondo, con una gran tajada para el colombiano.
Así se conformó la compañía DTO (las iniciales de David Troconis Oliver), con sede en Belice, que recibía dineros para invertir en la compra y venta de divisas en mercados electrónicos. El contrato de recepción de fondos era explícito sobre el inmenso riesgo que conllevaba este tipo de negocios y hablaba sobre la posibilidad de que se perdiera buena parte del capital invertido.
La razón del riesgo es básica. Cuando se opera en el mercado internacional de divisas, los fondos se pueden apalancar. En términos prácticos, con una inversión de 1.000 dólares se pueden conseguir 99.000 adicionales en préstamo a través de una firma operadora del mercado. "Los 1.000 iniciales se vuelven una apuesta de 100.000, con lo cual, si se gana las utilidades son enormes. Pero el sistema está diseñado para evitar que el dinero prestado se pierda –explica un conocedor del tema–. Así, cuando comienza a aparecer un saldo en rojo muy grande el operador del mercado liquida la operación y el capital inicial de 1.000 dólares se puede ir por completo". Bajo esa lógica, los 20 millones de dólares largos que administró Troconis pudieron llegar a ser 2.000 millones, gracias al mecanismo del apalancamiento y, si se tiene en cuenta que el barramejo compraba y vendía continuamente divisas en la misma jornada, su volumen transado cada día podía ser de decenas de miles de millones de dólares.
Una de las compañías que empezó a canalizar fondos hacia DTO fue Global Forex Managers con sede en Panamá. En su prospecto para los inversionistas, pedía una suma mínima de 10.000 dólares para abrir una cuenta e incluía las rentabilidades mensuales del Fondo durante 2003 y comienzos de 2004, con promedios cercanos al 9% mensual. Dicho de otra manera, quien hubiera reinvertido su dinero en esa época habría podido duplicar su capital en dólares en menos de un año, en momentos en los que una rentabilidad del 5% anual era considerada como buena.
Los problemas
No obstante, la buena racha de Troconis sufrió su primer tropiezo en mayo de 2004 cuando, en sólo ese mes, perdió el 80% de los recursos depositados en el Fondo. Lo ocurrido produjo conmoción entre los inversionistas, algunos de los cuales prefirieron recibir lo poco que les quedaba y salirse del negocio.
Pero la mayoría se quedó. Hasta entonces desconocido para muchos, Troconis participó en algunas reuniones y se comprometió a salir adelante. "Era un verdadero genio", cuenta alguien que lo conoció en esa época. "Tenía una pared con varias pantallas de computador y sabía mucho del mercado. Verlo trabajar era impresionante".
Quizá fue habilidad o suerte, pero lo cierto es que para mediados de 2005, el financista había recuperado casi todas las pérdidas y el Fondo había vuelto a valer unos 18 millones de dólares. Sin embargo, entre agosto y septiembre algo pasó. Aunque Troconis siguió reportando utilidades empezó a decir que tenía dificultades para girar los rendimientos debido a un problema con la firma operadora del mercado en Nueva York. Alegando una controversia llegó a contratar a un grupo de abogados de Manhattan para iniciar un proceso judicial en contra de FXCM, la corredora a través de la cual negociaba.
En octubre de 2005 los inversionistas recibieron un correo electrónico en el que les informaron que los dineros se habían obtenido, que se pagarían los intereses correspondientes y que quienes quisieran podrían retirarse del Fondo. Pero ante una nueva demora, la presión siguió en ascenso y se citó a una reunión que debía tener el jueves de la semana pasada, 15 de diciembre. Un día antes algunos inversionistas se vieron la cara, pero en otras circunstancias. El encuentro tuvo lugar con ocasión del sepelio de David Troconis.

Las hipótesis

Dada la complejidad del negocio, recuperar la historia de lo que pasó será muy difícil. Un primer indicio sugiere que las pérdidas ocurrieron hacia finales de agosto, pues todo indica que Troconis entregó en los últimos meses extractos que él mismo diseñó en su computador, reportando utilidades que no hubo.
Aunque en estos casos no falta quien mencione la posibilidad de un fraude, las evidencias son pocas. Troconis era un adicto al trabajo que no era dueño de su apartamento, cuyo único lujo conocido era un automóvil Audi y quien muy de vez en cuando iba a Gabana, un bar en el norte de Bogotá. "Era relativamente tímido, muy cercano a su familia y de bajo perfil", cuenta alguien que lo conoció.
¿Qué sucedió entonces? Las cartas dejadas en la tarde del suicidio dan la respuesta. Agobiado por las pérdidas y enfrentado a una debacle, prefirió la solución más drástica. "Perdón", dice repetidamente su despedida. Ahora las secuelas de sus acciones corresponden al mundo de los vivos, algunos de los cuales hablan de demandas e investigaciones, mientras otros lloran por el recuerdo de David Troconis, el Rey Midas de los mercados de divisas que un día perdió la habilidad de multiplicar el dinero y prefirió la muerte al escarnio.

¿Qué es el Forex?

También llamado FX, es el mercado financiero más grande del mundo, donde se compran y venden divisas las 24 horas del día. Allí se negocian diariamente más de 1,4 trillones de dólares, lo que equivale al valor que se transa mensualmente en la Bolsa de Nueva York. En el Forex participan los bancos centrales de todos los países, los corredores interbancarios, las compañías privadas que tienen operaciones en diversas monedas y los especuladores.
Una persona natural con acceso a un computador y con un mínimo de 1.000 dólares puede participar en el Forex a través de una cuenta abierta en una firma inscrita como operadora en el mercado. El objetivo es comprar y vender divisas como euros, francos suizos o libras esterlinas, para mencionar algunas, y aprovechar las variaciones en las tasas de cambio en el curso de una misma jornada o de varios días. En la medida en que la diferencia entre el precio de venta y el de compra sea mayor, también lo será la utilidad. No obstante, la posibilidad de pérdidas cuantiosas también es alta, motivo por el cual el buen especulador es aquel que al final del día logra tener un saldo positivo en su cuenta.
Los precios de las divisas se ven afectados por múltiples factores económicos como las tasas de interés, la inflación y la estabilidad política, lo que hace del Forex un mercado muy volátil. Por ello, hay que saber manejar el riesgo y existen varias formas de hacerlo. Una de ellas es saber salir a tiempo y la otra, ponerles un tope a las ganancias, ya que éstas pueden convertirse en pérdidas incluso mayores.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

descanse en paz david. fuiste un genio pero se te olvido que el mercado tambien lo es.te vengaremos.

Anónimo dijo...

David era mi mejor amigo en la escuela secundaria. Perdimos el contacto pero nunca me olvide de él. Decidi hacer una busqueda de su nombre en Google hoy en 2015, y encontré esta trágica noticia de su muerte hace 10 años atrás. Descanse en paz amigo. - VK

Anónimo dijo...

LA AVARICIA ROMPE EL SACO , ESTE ARTICULO NO LO BAJA DE GENIO Y DE SUPER CORREDOR , PERO LA VERDAD ERA UN TIPO MEDIOCRE Q SE ATRAGANTO CON SU PROPIA AVARICIA , YO LO CONOCI Y SIEMPRE FUE UN TONTO DE CLADE MEDIA PUJANTE, COBARDE Q AL FINAL TOMO LA UNICA DECISION DE TODO BUEN COBARDE Y DEJAR A LOS DEMAS VIENDO UN CHISPERO