La famosa periodista Fabiana Frayssinet escribió en Río de Janeiro, esta semana, el siguiente artículo para la agencia IPS:
Favelas, un modelo para armar
Cuando la policía brasileña descubrió la inmensa maqueta que recreaba cada rincón de la "favela Pereirao", quiso destruirla porque creyó que era un plan de invasión del narcotráfico. Diez años después, la supuesta obra letal es considerada un ejemplo vivo del arte contemporáneo.
La maqueta creada por un grupo de niños, niñas y adolescentes, que ya atravesó fronteras y famosos festivales en el mundo, está ubicada en la parte más alta del "morro" (cerro, en idioma portugués) de esta favela (asentamiento irregular hacinado), del barrio de Laranjeiras de Río de Janeiro.
Ocupa un espacio de 300 metros cuadrados y, como la comunidad que le sirvió de modelo, está diseñada de forma vertical aprovechando cada espacio de la ladera escarpada.
Construida con pedazos de ladrillos partidos al medio y coloreados, la maqueta comenzó hace 10 años como un juego de los niños de la comunidad, que ante la falta de opciones de entretenimiento y dinero para tener ese privilegio se reunían cada tarde para agregar un pedacito nuevo a la pequeña favela.
Nelcirán Souza de Oliveira, que hoy tiene 24 años, en ese entonces vivía en una casa precaria hecha con materiales menos dignos que los de su maqueta: chapa, cartón y pedazos de cascotes.
Con colores vivos, muñequitos, autitos y todo tipo de material de descarte, como pequeñas piezas del juego "Lego" (piezas de encastre), la maqueta recrea personas, animales domésticos, viviendas, vehículos, bares y almacenes.
Pero también refleja la situación que afrontan en el estado de Río de Janeiro los más de 1.800 asentamientos, 750 de ellos en la capital estadual, donde viven 1,8 millones de personas, que equivalen a un tercio de la población del estado, según la Federación de Asociaciones de Favelas del distrito.
En la maqueta hay gente trabajadora y niños. Pero también policías, narcotraficantes de diversas facciones, helicópteros y patrullas de las fuerzas especiales de seguridad, además de armas de grueso calibre.
En entrevista con IPS, el hoy adolescente integrante de la organización no gubernamental "Morrinho", que dio el nombre a la maqueta, recuerda que eran tiempos difíciles en la favela que ahora, según asegura, está "pacificada", después de una "ocupación" policial hace cinco años.
"Nuestra comunidad era muy violenta y con mi hermano de ocho años comenzamos a construir la maqueta para pasar el tiempo. El narcotráfico era muy fuerte y, para no ir para ese lado, era mejor ocuparnos de otras cosas", relata Nercirlán.
A los dos hermanos se les unieron otros amigos que querían escapar del mismo destino. Después de la escuela, pasaban la tarde agregando ladrillos, limpiando el terreno, reconstituyéndolo después de una lluvia, jugando.
Como los niños de otras clases sociales y de otros rincones del mundo, los de Pereirao también jugaban a los soldaditos y a la guerra. Pero la suya era una batalla muy particular.
"En esa época representábamos a la policía y a los narcotraficantes. Cuando la situación mejoró, comenzamos a ver que la favela no tenía sólo cosas malas y comenzamos a representar también bailes con equipos de música, animales, motos", subraya Nercirlán.
Un juego que no fue así interpretado por la policía, que en una de sus incursiones al morro quiso destruir la maqueta por suponer que se trataba de un mapa del narcotráfico.
La maqueta era tan real que "ellos creían que estábamos haciendo un mapa de las favelas de Río Cumprido y Catumbí (cercanas a Pereirao) y que eso era para que los traficantes de aquí invadieran las otras", cuenta Nercirlán.
La maqueta creada por un grupo de niños, niñas y adolescentes, que ya atravesó fronteras y famosos festivales en el mundo, está ubicada en la parte más alta del "morro" (cerro, en idioma portugués) de esta favela (asentamiento irregular hacinado), del barrio de Laranjeiras de Río de Janeiro.
Ocupa un espacio de 300 metros cuadrados y, como la comunidad que le sirvió de modelo, está diseñada de forma vertical aprovechando cada espacio de la ladera escarpada.
Construida con pedazos de ladrillos partidos al medio y coloreados, la maqueta comenzó hace 10 años como un juego de los niños de la comunidad, que ante la falta de opciones de entretenimiento y dinero para tener ese privilegio se reunían cada tarde para agregar un pedacito nuevo a la pequeña favela.
Nelcirán Souza de Oliveira, que hoy tiene 24 años, en ese entonces vivía en una casa precaria hecha con materiales menos dignos que los de su maqueta: chapa, cartón y pedazos de cascotes.
Con colores vivos, muñequitos, autitos y todo tipo de material de descarte, como pequeñas piezas del juego "Lego" (piezas de encastre), la maqueta recrea personas, animales domésticos, viviendas, vehículos, bares y almacenes.
Pero también refleja la situación que afrontan en el estado de Río de Janeiro los más de 1.800 asentamientos, 750 de ellos en la capital estadual, donde viven 1,8 millones de personas, que equivalen a un tercio de la población del estado, según la Federación de Asociaciones de Favelas del distrito.
En la maqueta hay gente trabajadora y niños. Pero también policías, narcotraficantes de diversas facciones, helicópteros y patrullas de las fuerzas especiales de seguridad, además de armas de grueso calibre.
En entrevista con IPS, el hoy adolescente integrante de la organización no gubernamental "Morrinho", que dio el nombre a la maqueta, recuerda que eran tiempos difíciles en la favela que ahora, según asegura, está "pacificada", después de una "ocupación" policial hace cinco años.
"Nuestra comunidad era muy violenta y con mi hermano de ocho años comenzamos a construir la maqueta para pasar el tiempo. El narcotráfico era muy fuerte y, para no ir para ese lado, era mejor ocuparnos de otras cosas", relata Nercirlán.
A los dos hermanos se les unieron otros amigos que querían escapar del mismo destino. Después de la escuela, pasaban la tarde agregando ladrillos, limpiando el terreno, reconstituyéndolo después de una lluvia, jugando.
Como los niños de otras clases sociales y de otros rincones del mundo, los de Pereirao también jugaban a los soldaditos y a la guerra. Pero la suya era una batalla muy particular.
"En esa época representábamos a la policía y a los narcotraficantes. Cuando la situación mejoró, comenzamos a ver que la favela no tenía sólo cosas malas y comenzamos a representar también bailes con equipos de música, animales, motos", subraya Nercirlán.
Un juego que no fue así interpretado por la policía, que en una de sus incursiones al morro quiso destruir la maqueta por suponer que se trataba de un mapa del narcotráfico.
La maqueta era tan real que "ellos creían que estábamos haciendo un mapa de las favelas de Río Cumprido y Catumbí (cercanas a Pereirao) y que eso era para que los traficantes de aquí invadieran las otras", cuenta Nercirlán.
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