24.10.06

Acerca de los feos, sucios y malos

Sigue habiendo quien asimila los malos a los feos y a los pobres. (!)

"Modernos retratos del Diablo" se llama un capítulo del ensayo El Diablo, de Giovanni Papini. ¿Quién fue Papini? Jorge Luis Borges lo definió así: "Un historiador de la literatura y poeta, pragmatista y romántico, ateo y después teólogo". Papini era además un polemista apasionado. Había nacido en Florencia en 1881 y murió en 1956.

El punto esencial de ese capítulo es que el Diablo ya no tiene la forma bestial con la que aparecía en las fantasías y pinturas del medioevo: monstruo brutal, hirsuto y deforme, con ojos de fuego y boca gruñidora, casi siempre desnudo, de largos cuernos y de larga cola, que difundía a su alrededor un hedor fecal y tufos sulfúreos.

Esa imagen quedó en el imaginario popular aunque con los años se fue suavizando. Lo que Lucifer y sus criaturas jamás perdieron fue la fealdad.

Es justo que el señor del mal esté privado de belleza e inspire repulsión.

El médico italiano Cesare Lombroso asimiló la imagen demoníaca con la delincuencia: feos, sucios, malos. Y hubo un escritor que en 1897 creó un personaje que siguió a Lombroso al pie de la letra. El personaje es Drácula y el autor Bran Stocker. Cuando el profesor Van Helsing insta a Mina Harker a que describa al malvado conde, ella dice: "Su tipo es el del criminal. Así lo clasificaría Lombroso".

Lombroso dijo que la nariz del criminal suele ser aguileña como el pico de un ave rapaz. Stoker escribió que el rostro del conde es "aquilino, con la nariz afilada y de puente elevado". El italiano describió las cejas del criminal nato como hirsutas y que tienden a tocarse por encima de la nariz, mientras Stoker afirma que las cejas de Drácula eran abultadas y casi se tocaban por encima de la nariz.

Cuando Lombroso afirmó que el delincuente tiene vestigios de la oreja puntiaguda, Stoker escribió que las orejas del conde eran muy puntiagudas.

Papini sostiene en su ensayo que en la Biblia otra criatura se le parece al Diablo en fealdad, descripta por el profeta Isaías. Es el "siervo de Yahveh", el futuro liberador de Israel, "el hombre de los Dolores". Es, en suma, el Mesías. Muchos han supuesto, basándose en esas palabras, que Jesús no era hermoso. Esta referencia es sumamente misteriosa y acaso inexplicable. Pero de las palabras de Isaías es lícito extraer una consecuencia segura, según Papini: la fealdad de un ser no es signo y prueba de su maldad.

Uno de los primeros escritores que lo vio bajo este aspecto moderno y familiar fue Adalberto von Chamisso en La asombrosa historia de Pedro Schlemil, de 1813, donde describe a Satán como un hombre de edad, pálido, extremadamente delgado, con levita de tafetán color gris ceniza. Según Papini, la descripción más completa y prolija es la que hace Fedor Dotoiesvski en Los Hermanos Karamazov.

El diablo que se le aparece a Ivan Karamazov en el capítulo noveno de la cuarta parte de la novela tiene la extraña figura de un caballero ve nido a menos, algo entrado en años, de pelo oscuro no muy canoso, bastante largo y denso y barbita recortada en punta.

El diablo se hizo hombre, común y corriente. A veces lleva traje de corte italiano y perfume francés. Se siente a gusto en to dos lados. Se lo ha visto por aquí aunque el "olfato policial" no lo ha detectado a tiempo. Estamos muy lejos del Lucifer dantesco, colosal y tricéfalo. Mas bien se ha hecho a imagen y semejanza del hombre.


Por momentos puede parecer un burgués acomodado, un caballero caído en la miseria, un vulgar alcahuete, pero no se diferencia de esos hombres que andan por la calle o en la fila del colectivo.
Hasta Hollywood lo advirtió. Así lo interpreta Robert de Niro en Corazón Satánico, de 1987, del director Alan Parker. O Al Pacino en EL Abogado del Diablo, de 1997. O el actor Gabriel Byrne, seductor y elegante, en El fin de los días, de 1999. Pero aún cuesta superar el criterio de detección de malforma dos o malhechores, discípulos del Maligno, que Lombroso trasladó de la literatura y del arte a la criminología.

¿Los pobres son así?

Sigue habiendo quien asimila los malos a los feos y a los pobres. Contra ellos, por ejemplo, se han fabricado falsos procedimientos policiales. ¿Quién pone en duda un operativo policial contra gente mal entrazada? ¿Qué significa hablar en general de "los delincuentes" sino referirse a una raza diabólica?

En 2001, Carlos y Miguel, padre e hijo, hallaron una chica tirada en una ruta de La Matanza. Iban en su camioneta y se pararon a ayudar. No pudieron: había sido violada y degollada. Estuvieron 36 meses presos. En la camioneta había una mancha de sangre. Pero los liberaron. Su oficio, changarines del Mercado Central. No tienen rasgos parecidos a los del dios Apolo. Su apariencia es la de trabajadores. ¿La mancha de sangre? Era de remolacha. Aún hay cazadores de demonios que no se fijan en lo que otros hacen sino en lo que son. Por este motivo habría que recordar las palabras de Papini: "Temo a un solo enemigo, que se llama yo mismo".

Escrito por Ricardo V. Canaletti . Vía Clarín

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