21.4.07

Para ricos y pobres

Para un inglés es más barato vivir en un hotel en Málaga (España) que quedarse en su casa y pagar la calefacción. Un búlgaro, sin embargo, gana allí diez veces más

Uno de los indicadores utilizados para conocer el nivel de vida de cada ciudad es el tiempo de trabajo necesario para poder comprar una hamburguesa y es donde más se hace patente la desigualdad. Así, mientras en Tokio tendrían que emplear 10 minutos y los luxemburgueses sólo uno más, los madrileños necesitarían 19 minutos, y los barceloneses 28. Los habitantes de Caracas, Lima o Bogotá, en cambio, deberían trabajar cerca de una hora y media, según la lista de las ciudades más caras del mundo elaborada por el banco suizo UBS. Teniendo en cuenta que para su confección se ha tomado como referencia el precio de compra de 122 bienes y servicios, el alquiler de la vivienda y los salarios, un malagueño debería trabajar algo más de media hora para comprar una hamburguesa.

Más diferencias

William Bond, corresponsal del diario británico 'The Sun' en Málaga, confirma la teoría de la hamburguesa y sostiene que para un londinense como él es más barato alojarse en un hotel malagueño de vacaciones que quedarse en casa y pagar la calefacción. «En la comida, la relación es muy similar. Con lo que puedo gastar en un restaurante inglés de calidad media puedo comer dos veces en uno malagueño de la misma categoría».

Bond, que vive entre España y el Reino Unido, asegura que la diferencia de precios también se nota «y bastante» entre Málaga y Madrid, no así entre determinados municipios de la Costa Occidental como Marbella y la capital de España, «donde los precios se equiparan, e incluso se superan».

En el otro extremo de la balanza está Alyosha Ivanov, que vino a Málaga hace siete años desde Bulgaria. Trabaja en el sector de la construcción. Aquí puede cobrar al mes entre 700 y mil euros, frente a los 70 euros mensuales de media que percibía en su país de origen. Los precios, sin embargo, no son muy diferentes, «como máximo un 20% más caros».

Apunta que la entrada de Bulgaria en la Unión Europea ha mejorado sensiblemente las condiciones de sus habitantes. Aun así, la diferencia sigue siendo «muy grande».

«Aquí puedo pensar en el futuro, hacer planes para el mes que viene y decidir si quiero comprar un televisor nuevo. En mi país pagaba la luz y el agua, y ya no tenía para comer».

Fuente: Diario del Sur

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