6.1.08

Se aburren los nuevos ricos rusos

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Jóvenes, dilapidadores y extravagantes, los nuevos ricos de la Rusia de Vladimir Putin empiezan a aburrirse como ostras abrazados a su perla.

Los 16 años transcurridos desde la quiebra de la Unión Soviética han sido tiempo suficiente para que los nuevos afortunados se permitan el lujo de cansarse de sus vicios prohibitivos. Los Lamborghini Diabolo, los castillos en Francia o los aviones privados empiezan a resultar caprichos algo trillados y vulgares para los 100.000 multimillonarios que viven en Rusia.

A los nuevos ricos de la Rusia neocapitalista les empieza a faltar algo. Necesitan algo más. La Dolce Vita les resulta ya un poco insulsa. Y es aquí donde aparece como hada madrina la figura de Serguei Kniazev, el bufón de la nueva corte de los millonarios, un psicólogo de 44 años que ha sabido ahondar en las huecas necesidades, del que todo lo puede con dinero.

«Hace 10 o 15 años, los nuevos millonarios todavía viajaban en metro, pero ahora se mueven por la ciudad en coches de lujo, viven en sus mansiones y en sus oficinas deslumbrantes. Pero cuando se trata de ocio, quieren algo pomposo, algo extraordinario», explica a Crónica Serguei Kniazev tras la mesa de su despacho, en la sede de su empresa Producers Center Company situada en el callejón Daev, en el puro centro de Moscú.

Allí se reúne con sus clientes, entre los que se encuentran ministros, diputados y destacados miembros del planeta de los negocios y del espectáculo. «No revelo el nombre de mis clientes», sentencia.

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