El economista Daniel Cohen escribe en Clarín, Buenos Aires, que la revolución financiera de los años 1980 cambia los principios de organización de las empresas. Un accionista ya no necesita que una misma firma fabrique a la vez trajes de baño y paraguas. Le basta, para diversificar su riesgo, con tener una acción de una y de otra.
En un giro copernicano de los fundamentos mismos del trabajo en relación de dependencia, ahora son los asalariados los que soportan los riesgos y los accionistas están protegidos. Esto significa el fin de la solidaridad que estaba inscrita en el corazón de la empresa industrial.
La sociedad posindustrial sigue el mismo proceso que el observado en las fábricas. La mezcla social abre paso a la endogamia social, donde cada uno trata de permanecer con los suyos.
Hasta no hace mucho, en una ciudad normalmente constituida, los ricos vivían en el piso 2, los pobres en el último. Ricos y pobres se cruzaban en la escalera y aunque no se hablaran, sus hijos iban a veces a los mismos colegios.
Desde que se generalizó el ascensor, en los edificios alternan ricos o pobres. Pero ya no ambos a la vez. Ricos y pobres viven en barrios diferenciados.
El barrio deja de ser un lugar de mixtura social.Y peor aún, con el metro, los suburbios tienden a alejarse cada vez más de los barrios elegantes.
Antes, los distritos obreros nunca estaban muy alejados de los centros de las ciudades. Los obreros tenían que ir a su lugar de trabajo a pie.
Con el subterráneo, la distancia puede aumentar. Los habitantes de los suburbios van el sábado a la noche a la ciudad a alimentarse de imágenes y vuelven a su casa. Los núcleos suburbanos "difíciles" no son otra cosa que la punta visible de un proceso mucho más amplio, donde cada grupo social ve alejarse el estrato superior del que antes era adyacente.
Se instalan comunidades muy cerradas, donde los ricos se repliegan sobre sí mismos, construyendo sus propios guetos. Una serie de universos cerrados se constituyen y sólo se comunican entre sí a través de las visiones de los barrios difíciles, donde la única demanda social es de seguridad pública.
(*) ECONOMISTA, DOCENTE DE LA ECOLE NORMALE SUPERIEURE Y DE LA UNIVERSIDAD DE PARIS I
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