18.3.10

¡QUÉ RICO es ser rico!

  • Francisco J. Quevedo
Tomemos un ejemplo hipotético pero absolutamente revolucionario, llamémoslo “Rico Mac Pato”: La calle donde vive es ahora privada, compró todos los terrenos y casas que le rodeaban para cerrarla y así aislarse de sus vecinos, quienes, por lo visto, siente que no lo quieren; su casa tiene piscina y cuenta con aires acondicionados y planta eléctrica, en el estacionamiento hay camionetas blindadas y autos alemanes, nada de chinos ni iraníes; la inseguridad ni le preocupa porque sale con una caravana de escoltas que para el tráfico para que pese sin detenerse en semáforos ni en colas; a través de testaferros, algunos de ellos acosados en esta purga de poderes tras bastidores, es dueño de bancos, aseguradoras, plantas de alimentos, flotas de barcos, un yate espectacular abanderado en Curazao para que nadie descubra un secreto a voces, ahora se sumó una red de emisoras radiales, es socio de la televisión por cable (por eso las regulaciones no apuntan a ellas sino a los canales) e intenta comprar una empresa de telefonía celular y un canal de TV, y es socio de más de un “country club”. Esta historia se repite y se entremezcla, no se trata de uno, sino de muchos.

Las ofertas de bonos que permiten comprar dólares a cinco las entuban sus bancos y banqueros. Se ofrecen a las 10:00 am y se cierran a la 01:00 pm. No hay tiempo para prensa, y menos para anotarse. Claro que como la idea es lucrarse, el dólar no baja. Si bajara, no hay ganancia. Las leyes las van redactando a su conveniencia. Entre bomberos no se pisan la manguera. Y las emergencias son muy rentables. Las adjudicaciones a dedo permiten cobrar altas comisiones. Hasta en la crisis eléctrica surge la pregunta: ¿Y cuánto hay pa’ eso?

Pero hay riesgos: Acumular riqueza no es pecado, parece, pero juntarla con poder político y militar incomoda al líder, y más si se expresan en privado dudas sobre la marcha del proceso, se asoman las ambiciones o se lanzan amenazas de borracho. Dicen que más de uno tiene la carta de renuncia aquella del 11 de abril como póliza de seguro, y que otros arman expedientes que harían a la lap-top de Raúl Reyes parecer un juego de Nintendo®. Los entretelones son novelescos y hasta dantescos. ¿Estos asesinatos de editores, fiscales y policías, y los secuestros mil millonarios de banqueros serán real y exclusivamente producto del hampa común? ¿Seremos tan ingenuos? No es solo lo inmoral, lo ilegal, lo macabro, sino lo mentiroso que parece ser el proceso. Para sobrevivir solo hace falta ser leal y “morir callado”, aunque a veces no sea metafóricamente hablando. Y pensar que llegaron al poder bajo la consigna de luchar contra la corrupción.

Venezuela está en crisis, crisis de valores. Sodoma y Gomorra se cae a pedazos. ¿Será todo esto que se junta un flagelo de Dios, justicia divina, o será que aquí nadie gobierna?

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