¿Sueles sentirte responsable por las acciones y conductas de otros? ¿A menudo te sientes culpable por tus reacciones o comportamientos? ¿Caes fácilmente en los chantajes de los demás, sientes culpa y, al mismo tiempo, sientes que no te dejan ser tú mismo y vivir tu vida? ¿Te asaltan constantemente la confusión, la duda y la inseguridad sobre tus propias opiniones, juicios y posturas sobre ciertas situaciones y personas, perdiendo la confianza en ti mismo(a)? ¿Crees que tu bienestar depende en gran parte de las situaciones, conductas y opiniones de otros?
Si respondiste afirmativamente a dos o más preguntas es muy probable que tengas rasgos o una personalidad CODEPENDIENTE.
¿Qué es la Codependencia? Es una de las tres formas básicas de relación con las personas. Éstas son: Independiente, Interdependiente y Codependiente.
Las relaciones codependientes son aquellas en que las partes (tú y con quien lleves un tipo de relación así –de ahora en adelante lo llamaremos “el otro”-) no tienen bien definidos los límites de sí mismos. Es decir, no saben o no están conscientes de su individualidad, lo cual obstaculiza la claridad de su campo de responsabilidad, derechos, autocontrol. Así, es prácticamente imposible desarrollar una sana autoestima, auto-confianza, autorrealización y autonomía; por lo que constantemente estás al tanto de lo que hace, dice, piensa, opina y juzga el otro; para tomar estas acciones y actitudes suyas como parámetro para medir-te y definirte. En pocas palabras, codepender significa: depender de que el otro dependa de mí. Esto es de forma bilateral, por supuesto. Es decir, no sólo dependen uno del otro, sino que además, cada uno depende de la dependencia del otro.
Hay distintos niveles de codependencia, así como distinta puede ser la cantidad de situaciones y/ o personas con las cuales codepender.
Por ejemplo, una de las situaciones en donde suele darse un alto grado de codependencia es en el alcoholismo: además de la dependencia al alcohol (por un sin fin de razones y mecanismos psicoemocionales y biológicos que no trataremos aquí), el alcohólico codepende de uno o varios seres queridos, conocidos y circunstancias específicas. ¿Cómo?, ¿por qué?, ¿para qué? Hagamos más sencilla la explicación dejando claro que las necesidades de las cuales se hablará a continuación suelen ser inconscientes; normalmente no se identifican ni se aceptan por los codependientes, pero están siempre presentes en su forma de procesar la información que reciben del entorno y, en consecuencia, en las acciones y reacciones que de ella se generen. Dado este carácter inconsciente, parecerá externamente que están inconformes cuando reciben “del otro” opiniones, órdenes o juicios sobre cómo vivir su vida, pero eso es precisamente lo que están buscando: para tener a quién adjudicar responsabilidades; así, si algo sale mal “es culpa del otro”.
Ahora bien, volviendo al ejemplo anterior, una situación común es cuando uno (o varios) de los familiares del alcohólico se siente culpable y/ o responsable del alcoholismo de su ser querido y muchas de sus actitudes, conductas y relaciones en su vida son afectadas regidas por este sentimiento de culpabilidad; el cual, por cierto, no ha surgido de la nada, Muchas veces es el alcohólico que, ya sea de forma directa o indirecta, ha culpado expresamente a su familiar de sus propios problemas (esto es más factible en hijos o hermanos que, desde pequeños escuchan que ellos, o sus errores o su simple existencia, han afectado al alcohólico, habiéndole inducido a tal adicción). Cuando son la pareja o las amistades los codependientes, suele darse esta relación porque, tal vez, al haber crecido con sentimientos de culpa, por situaciones de cada familia, buscan parejas “necesitadas” que les otorguen la posibilidad de rescatarlas, y así poder, al fin, salvar a alguien, sacándose la espinita de la culpa con la que han cargado toda su vida.
Este puede ser también el móvil de las relaciones conflictivas, o el de buscar relaciones con personas enfermas, generalmente crónicas, con personas muy inmaduras o aparentemente autodestructivas. Es el síndrome del “salvador” o “superhéroe”. Y para que se requiera de un superhéroe hace falta ser una víctima indefensa. ¿Va siendo más claro?
Así, se irán alternando los roles o papeles. Cuando la víctima ha sido rescatada en una situación específica, tanto ella como el salvador están satisfechos, pero un momento después, en ese lapso de clama, pierden sus necesitados roles. El salvador necesita volver a serlo, y la víctima ser rescatada de nuevo. Entonces, como en ese momento no hay conflictos que lo requieran, hay que generarlos. Justo en este breve lapso ambos son víctimas (es aquí donde se da la alternancia): el eterno salvador ahora es una víctima que necesita que la eterna víctima sea ahora el héroe que lo salve, ¿cómo? Necesitándolo... Es momento de generar un conflicto que les devuelva sus poderes. Alguno de los dos –o los dos- se las ingeniará para lograrlo. Esta es la complejísima razón por la cual las relaciones conflictivas son tan fuertes y duraderas.
Como ya se había dicho, hay niveles y formas distintas de relación codependiente. Hay relaciones en las que es muy sutil esta codependencia, en otras es muy fuerte y clara.
Ejemplos de relación en las que puede haber codependencia y cómo se manifiesta:
Ø Hijos – padres - hijos: el reconocimiento, la valoración, la aprobación y aceptación de sus padres lo es todo. En consecuencia, si un padre es frío, despectivo, o incluso agresivo y abusivo, el hijo toma esa información que recibe de sus padres como la ley única y máxima sobre su propio ser: “si papá o mamá no me quiere, es porque no valgo nada”. Obviamente, para todo niño, una sana relación de amor y cuidado con sus padres es fundamental para el sano desarrollo de su individualidad, seguridad y autoestima.
Pero hay quienes carecieron de ello en su infancia y lo superaron, otros no: estos se volvieron codependientes, necesitando siempre de alguien que les haga cumplidos constantemente, o de tener al lado a quien los quiera y acepte para, sólo así, no perderse y sentir que valen como seres humanos.
Aquí, la codependencia de los padres se manifestaría en la dinámica de (partiendo del supuesto de que todos los padres aman a sus hijos): que al agredir al hijo buscaran hacerlo inseguro para que éste nunca se atreva a irse de su lado y siempre los necesite (el padre es a su vez inseguro y necesita que su hijo lo necesite para sentirse alguien en la vida).
Ø Amigo x – amigo y – amigo x: Cuando uno es el que vive, de forma real o ficticia, en constante conflicto, el otro y sus consejos, defensas, protecciones, etc., son indispensables... para ambos.
Ø Cónyuge agresivo – cónyuge víctima –cónyuge agresivo: Aquí encontramos el típico “pégame pero no me dejes”. Estas relaciones pueden ser mantenidas o soportadas por múltiples factores (económicos, sociales, etc.), y uno es la codependencia: Uno pide ser respetado pero es agredido (golpeado, por ejemplo).
El golpeador luego es la víctima sin control que pide perdón al ahora controlador de la situación (el golpeado) para ver si éste decide perdonar... Y así se alternarán los roles y se generará un círculo viciosos dentro del cual se puede mantener una relación así por años, incluso toda la vida.
Las personas que permiten –o hasta buscan- ser agredidas lo hacen por muchas razones, entre ellas: creer que lo merecen (alguien tal vez los ha hecho sentir poca cosa toda su vida, y buscar de adulto una relación así va a fortalecer ese sentimiento de indignidad); se arrepienten por un gran error o maldad cometido tiempo atrás que no pueden superar y buscan quién les haga pagar por ello (para expiar culpas, es como una flagelación); buscan atención y/ o cuidados (ya sea por parte del agresor en sus lapsos de “arrepentimiento” o por otros seres queridos –el objetivo es satisfacer la necesidad de cuidado y protección tal vez escasa en su vida.
Los agresores lo son tal vez por las mismas razones que sus víctimas buscan ser víctimas: buscar en el “arrepentimiento” la compasión de otros, la expiación de culpas, o la necesidad de controlar y dominar a otros (causada por la inseguridad o la noción de incapacidad de autonomía).
Ø Médico – paciente: hay médicos que basan su autoestima y seguridad en el hecho de curar o salvar la vida de todo paciente, incluyendo las ya imposibles. Depositan en cada paciente TODA su razón de ser. Si lo pierden, se pierden por completo. Aquí, el paciente es un codependiente pasivo, indirecto... ésta relación se la otorga simbólicamente el médico. De hecho, “el otro” en la relación de este médico sería la enfermedad, esa posibilidad tangible de la muerte presente en los pacientes.
Ø Estudiante / profesionista – excelencia: las calificaciones, grados, máximos reconocimientos académicos, etc., dictan el valor como ser humano que tiene el estudiante o el profesionista. Le cede el control de su vida y su autoestima al reconocimiento no sólo de los demás, sino desde el puro calificativo escrito en papel. Para ellos todo es blanco o negro, las cosas sólo pueden hacerse bien o mal; si no es un diez es un cero; y así se valoran a sí mismos.
En ambas dinámicas (médicos-pacientes y estudiantes/ profesionistas-excelencia), pareciera que no hay un verdadero codependiente, sino sólo un dependiente. Pero el desenvolvimiento profesional de éstos es dinámico, ellos logran que su trabajo sea inflexible y aislado, es decir, la salvación del paciente y el diez en papel son reflejos únicamente de sus habilidades y capacidades, y no sólo parte de un complejo sistema de probabilidades, posibilidades, situaciones, estados e imperfección totalmente humana. Al depositar -en cosas o personas pasivas e independientes- de ellos todo un significado y correlación directa con su valor personal, generan automáticamente una entidad viviente que los juzga y califica minuto a minuto. Se obligan a sí mismos a depender de un agente externo cuya eficacia o resultado pasa a ser (según ellos) totalmente dependiente de las habilidades profesionales, las cuales son el único elemento que los hace valer como personas. Para que esto quede más claro aún, pongamos el ejemplo del alcoholismo: el alcohólico depende del alcohol, pero codepende del acto de beber. Así, la codependencia no es unilateral, puede ser bilateral o multidireccional, es dinámico y activo, ya sea involucrando a terceras personas o siendo uno mismo con ciertos objetos o elementos cuya relación y consecuencias depende de uno mismo.
Los ejemplos son infinitos, y la complejidad de la codependencia, enorme; por eso, lo que se ha descrito aquí pretende, como primer paso, ayudarte, por un lado, a identificar si te relacionas codependientemente y, por otro, a entender un poco cómo y por qué te manejas así.
En todos los casos que hemos visto aquí, recordemos que los roles se alternan, evidenciando en todos los involucrados prácticamente las mismas necesidades, y satisfaciéndolas de la misma forma pero con conductas aparentemente distintas. Es muy probable que entre la explicación general y los ejemplos específicos te haya surgido una duda y te estés preguntando lo siguiente: “al principio se dijo que los codependientes no son capaces de asumir sus propias responsabilidades y por eso se las adjudican a otros, y en los ejemplos se dice que éstos sienten que no valen nada y que todo es su culpa”... entonces ¿sienten que son culpables de todo o que no lo son de nada?” Esto no te parecerá confuso cuando te des cuenta de dos cosas: que los móviles de origen psicológico pueden operar tanto consciente como inconscientemente, y que los sentimientos de culpa y la responsabilidad no son lo mismo.
Los sentimientos de culpa nos los adjudicamos nosotros mismos cuando, inconscientemente, creemos que nos conviene; en cambio, nuestras responsabilidades lo serán siempre, las queramos asumir o no. Cada uno es responsable de sus propios actos, no así de los actos de los demás.
Los sentimientos de culpa son eso: sentimientos, y tienen su orígen en múltiples y complejos procesos y razones (muy discutidas por los expertos y, por lo cual, no van a ser analizados esta vez), pero lo importante es que uno puede sentirse culpable por cuanta cosa le de la gana, pero no por eso es responsable de ella. Ejemplo: el típico caso en que un padre se siente culpable porque su hijo de 22 años tuvo un accidente automovilístico, y se dice a sí mismo una y otra vez “no debí dejarlo ir”... Los únicos responsables de eso fueron los conductores (o uno de ellos). Una de las razones por las cuales a las personas –en especial a las codependientes- les atrae el sentimiento de culpa es porque con ella se dan importancia (creen que no valen nada, o muy poco, así que intentan valer algo y ser notadas –aunque sea de forma negativa- a través de intentar convencer a los demás que ellos son protagonistas en la historia. Otra razón es la ya mencionada flagelación; otra más puede ser el enojo, o el querer liberar al otro de sus responsabilidades, intentando protegerlo de ellas.. En fin, pueden ser muchas las razones, una sola o varias al mismo tiempo, pero suelen ser inconscientes. Una persona no funcionará sanamente cuando su interior no es sano: cuando su autoestima es débil, cuando cree que no vale nada y luego trata de darse importancia, pero no podrá soportar esta importancia cuando ve que ella conlleva responsabilidades. Es muy sencillo de entender: las personas incapaces de asumir sus responsabilidades y actuar en consecuencia, siempre intentarán zafarse de ellas y adjudicárselas a otros (esto es imposible, pero así actúan).
Nadie es incapaz de ser responsable (todos lo somos de nosotros mismos, por naturaleza), lo que sí es posible es gente incapaz de asumir tal responsabilidad. ¿Quién? Los que creen que valen nada, que no son capaces de lograr nada, ni siquiera de tener el control de sus actos, libre y sanamente elegidos. Por eso permanecen brincando entre la irresponsabilidad y la culpa. Además, es muy difícil ser responsable de una persona que ni siquiera se sabe quién es, cuánto vale, qué le pertenece, qué no: UNO MISMO. Si no sé mis límites, lo que me define y lo que soy, no lograré saber cuáles son mis responsabilidades. Pero siempre recuerda que la mayor de todas las responsabilidades es: RESPETARNOS A NOSOTROS MISMOS. Partiendo de esto, la CONGRUENCIA y la claridad irán llegando poco a poco y, con ella, la AUTONOMÍA.
Si eres codependiente intenta comprender que:
1.- Nadie viene a este mundo por la razón, ni con la obligación, de cumplir las expectativas de nadie.
2.- Todo ser humano puede y debe, por sí mismo, vivir una vida completa, plena, con un sana autoestima, con respeto, dignidad y entera responsabilidad de los propio actos... Date cuenta que asusta más no tener el control de la propia vida que aceptar ser responsable de ella (de todos modos se es).
3.- Tu codependencia puede tener su origen, entre muchas otras cosas, en un fuerte sentimiento de culpa, el cual, a través de ella, busca resarcir los daños o enmendarse. Pero eso es un error: nadie puede culparte por sus errores o circunstancias. No caigas en lo mismo ni te conviertas en lo que, obviamente, rechazas (porque te hiere y te obstaculiza). Si tú no causaste algo, tampoco podrás ser el salvador o quien lo arregle. Y si te has equivocado, no vivas revolcándote en el arrepentimiento y la culpa, pues no sirve mas que para hacerte daño y hundirte más. El pasado no se puede cambiar, pero puedes hacer algo mucho mejor con él: aprenderle. Sí, aprende de tus errores y enfócate en descubrir lo que deseas para tu vida y trabaja en ello. Deja de culpar a lo externo sobre tu infelicidad, pues te quedarás sentado(a) esperando a que el mundo cambie para poder ser feliz. Tira lo que no te corresponda y trabaja en lo que sí.
4.- Tu codependencia también puede manifestarse en el hecho de que dudas de ti mismo, de tus juicios y, por ende, de tu valía y del sentido de tus acciones. Claro que dudas, pues has permitido que el sentido de coherencia dependa de lo que otros opinen (pues te parecía más cómodo) Primero tienes que buscarte y encontrarte, luego conocerte. Cuando lo logres sabrás quién eres y cuáles son tus verdaderos pensamientos, sentimientos y perspectivas de vida. Ya dentro de éstos, sabrás cuáles son sanos, los que te ayudan a crecer y mejorar tu calidad de vida, a valorarte y respetarte, a hacerte escuchar. Así ya no dudarás.
5.- Debes recordar que toda persona, por el simple hecho de serlo, tiene un valor único, total, y no debes dejar que nada ni nadie interfiera con él. Tienes todo el derecho y la responsabilidad de permitirte ser querido por los demás, respetado, escuchado y valorado.
6.- Una característica fundamental de todo ser humano es la capacidad de aprendizaje. Bien, pues confía en ella y úsala de ahora en adelante para lograr tu auto-confianza y autonomía: ya que has sido honesto(a) contigo mismo(a) y has aceptado que tienes una personalidad codependiente, trata de identificar su origen. En ese momento confróntalo de una vez por todas y deséchalo, no te sirve vivir con tantos miedos de ser tú mismo. Será difícil pero no imposible: empieza por entrenarte en lo siguiente:
a) Haz un esfuerzo por ubicar tus reacciones y pensamientos más comunes ante “aquellas” situaciones que evidencian tu codependencia.
b) Intenta verte desde afuera cuando estés en una situación así y haz un alto antes de reaccionar. Rápidamente elige una forma de reaccionar distinta a la que sueles hacerlo. Elige una más honesta, que te surja del corazón, no del pensamiento (esquemas mentales a los que estás acostumbrado). A veces lo lograrás muy fácil, otras te costarán trabajo, y otras no lo lograrás. No te preocupes, ni te desanimes. Esos esquemas mentales culpígenos y confusos los aprendiste, y como todo lo aprendido, puede ser desaprendido cuando tú así lo decidas. Fuiste entrenado para funcionar así (directa o indirectamente –tampoco es tu culpa), pero ahora puedes entrenarte para funcionar mejor, y esa sí es tu (maravillosa) responsabilidad: entrenarte conscientemente para actuar, pensar-te, y vivir-te de una forma sana, individual, en el respeto y la auto-confianza. Todo entrenamiento requiere práctica, voluntad y paciencia, empieza de una vez.
*Si tu codependencia es de alto grado y tú y con quien te relacionas así tienen problemas graves, como las adicciones, abusos (físicos, sexuales, verbales, psicológicos, etc.), podría ayudarte mucho acudir a psicoterapia y/ o a grupos de apoyo o autoayuda como Alcohólicos Anónimos, Neuróticos Anónimos, centros de ayuda diversa como: personas golpeadas, víctimas de violación, etc. Infórmate a través de las instituciones gubernamentales que te correspondan.
Escrito por El Consejero
Si respondiste afirmativamente a dos o más preguntas es muy probable que tengas rasgos o una personalidad CODEPENDIENTE.
¿Qué es la Codependencia? Es una de las tres formas básicas de relación con las personas. Éstas son: Independiente, Interdependiente y Codependiente.
Las relaciones codependientes son aquellas en que las partes (tú y con quien lleves un tipo de relación así –de ahora en adelante lo llamaremos “el otro”-) no tienen bien definidos los límites de sí mismos. Es decir, no saben o no están conscientes de su individualidad, lo cual obstaculiza la claridad de su campo de responsabilidad, derechos, autocontrol. Así, es prácticamente imposible desarrollar una sana autoestima, auto-confianza, autorrealización y autonomía; por lo que constantemente estás al tanto de lo que hace, dice, piensa, opina y juzga el otro; para tomar estas acciones y actitudes suyas como parámetro para medir-te y definirte. En pocas palabras, codepender significa: depender de que el otro dependa de mí. Esto es de forma bilateral, por supuesto. Es decir, no sólo dependen uno del otro, sino que además, cada uno depende de la dependencia del otro.
Hay distintos niveles de codependencia, así como distinta puede ser la cantidad de situaciones y/ o personas con las cuales codepender.
Por ejemplo, una de las situaciones en donde suele darse un alto grado de codependencia es en el alcoholismo: además de la dependencia al alcohol (por un sin fin de razones y mecanismos psicoemocionales y biológicos que no trataremos aquí), el alcohólico codepende de uno o varios seres queridos, conocidos y circunstancias específicas. ¿Cómo?, ¿por qué?, ¿para qué? Hagamos más sencilla la explicación dejando claro que las necesidades de las cuales se hablará a continuación suelen ser inconscientes; normalmente no se identifican ni se aceptan por los codependientes, pero están siempre presentes en su forma de procesar la información que reciben del entorno y, en consecuencia, en las acciones y reacciones que de ella se generen. Dado este carácter inconsciente, parecerá externamente que están inconformes cuando reciben “del otro” opiniones, órdenes o juicios sobre cómo vivir su vida, pero eso es precisamente lo que están buscando: para tener a quién adjudicar responsabilidades; así, si algo sale mal “es culpa del otro”.
Ahora bien, volviendo al ejemplo anterior, una situación común es cuando uno (o varios) de los familiares del alcohólico se siente culpable y/ o responsable del alcoholismo de su ser querido y muchas de sus actitudes, conductas y relaciones en su vida son afectadas regidas por este sentimiento de culpabilidad; el cual, por cierto, no ha surgido de la nada, Muchas veces es el alcohólico que, ya sea de forma directa o indirecta, ha culpado expresamente a su familiar de sus propios problemas (esto es más factible en hijos o hermanos que, desde pequeños escuchan que ellos, o sus errores o su simple existencia, han afectado al alcohólico, habiéndole inducido a tal adicción). Cuando son la pareja o las amistades los codependientes, suele darse esta relación porque, tal vez, al haber crecido con sentimientos de culpa, por situaciones de cada familia, buscan parejas “necesitadas” que les otorguen la posibilidad de rescatarlas, y así poder, al fin, salvar a alguien, sacándose la espinita de la culpa con la que han cargado toda su vida.
Este puede ser también el móvil de las relaciones conflictivas, o el de buscar relaciones con personas enfermas, generalmente crónicas, con personas muy inmaduras o aparentemente autodestructivas. Es el síndrome del “salvador” o “superhéroe”. Y para que se requiera de un superhéroe hace falta ser una víctima indefensa. ¿Va siendo más claro?
Así, se irán alternando los roles o papeles. Cuando la víctima ha sido rescatada en una situación específica, tanto ella como el salvador están satisfechos, pero un momento después, en ese lapso de clama, pierden sus necesitados roles. El salvador necesita volver a serlo, y la víctima ser rescatada de nuevo. Entonces, como en ese momento no hay conflictos que lo requieran, hay que generarlos. Justo en este breve lapso ambos son víctimas (es aquí donde se da la alternancia): el eterno salvador ahora es una víctima que necesita que la eterna víctima sea ahora el héroe que lo salve, ¿cómo? Necesitándolo... Es momento de generar un conflicto que les devuelva sus poderes. Alguno de los dos –o los dos- se las ingeniará para lograrlo. Esta es la complejísima razón por la cual las relaciones conflictivas son tan fuertes y duraderas.
Como ya se había dicho, hay niveles y formas distintas de relación codependiente. Hay relaciones en las que es muy sutil esta codependencia, en otras es muy fuerte y clara.
Ejemplos de relación en las que puede haber codependencia y cómo se manifiesta:
Ø Hijos – padres - hijos: el reconocimiento, la valoración, la aprobación y aceptación de sus padres lo es todo. En consecuencia, si un padre es frío, despectivo, o incluso agresivo y abusivo, el hijo toma esa información que recibe de sus padres como la ley única y máxima sobre su propio ser: “si papá o mamá no me quiere, es porque no valgo nada”. Obviamente, para todo niño, una sana relación de amor y cuidado con sus padres es fundamental para el sano desarrollo de su individualidad, seguridad y autoestima.
Pero hay quienes carecieron de ello en su infancia y lo superaron, otros no: estos se volvieron codependientes, necesitando siempre de alguien que les haga cumplidos constantemente, o de tener al lado a quien los quiera y acepte para, sólo así, no perderse y sentir que valen como seres humanos.
Aquí, la codependencia de los padres se manifestaría en la dinámica de (partiendo del supuesto de que todos los padres aman a sus hijos): que al agredir al hijo buscaran hacerlo inseguro para que éste nunca se atreva a irse de su lado y siempre los necesite (el padre es a su vez inseguro y necesita que su hijo lo necesite para sentirse alguien en la vida).
Ø Amigo x – amigo y – amigo x: Cuando uno es el que vive, de forma real o ficticia, en constante conflicto, el otro y sus consejos, defensas, protecciones, etc., son indispensables... para ambos.
Ø Cónyuge agresivo – cónyuge víctima –cónyuge agresivo: Aquí encontramos el típico “pégame pero no me dejes”. Estas relaciones pueden ser mantenidas o soportadas por múltiples factores (económicos, sociales, etc.), y uno es la codependencia: Uno pide ser respetado pero es agredido (golpeado, por ejemplo).
El golpeador luego es la víctima sin control que pide perdón al ahora controlador de la situación (el golpeado) para ver si éste decide perdonar... Y así se alternarán los roles y se generará un círculo viciosos dentro del cual se puede mantener una relación así por años, incluso toda la vida.
Las personas que permiten –o hasta buscan- ser agredidas lo hacen por muchas razones, entre ellas: creer que lo merecen (alguien tal vez los ha hecho sentir poca cosa toda su vida, y buscar de adulto una relación así va a fortalecer ese sentimiento de indignidad); se arrepienten por un gran error o maldad cometido tiempo atrás que no pueden superar y buscan quién les haga pagar por ello (para expiar culpas, es como una flagelación); buscan atención y/ o cuidados (ya sea por parte del agresor en sus lapsos de “arrepentimiento” o por otros seres queridos –el objetivo es satisfacer la necesidad de cuidado y protección tal vez escasa en su vida.
Los agresores lo son tal vez por las mismas razones que sus víctimas buscan ser víctimas: buscar en el “arrepentimiento” la compasión de otros, la expiación de culpas, o la necesidad de controlar y dominar a otros (causada por la inseguridad o la noción de incapacidad de autonomía).
Ø Médico – paciente: hay médicos que basan su autoestima y seguridad en el hecho de curar o salvar la vida de todo paciente, incluyendo las ya imposibles. Depositan en cada paciente TODA su razón de ser. Si lo pierden, se pierden por completo. Aquí, el paciente es un codependiente pasivo, indirecto... ésta relación se la otorga simbólicamente el médico. De hecho, “el otro” en la relación de este médico sería la enfermedad, esa posibilidad tangible de la muerte presente en los pacientes.
Ø Estudiante / profesionista – excelencia: las calificaciones, grados, máximos reconocimientos académicos, etc., dictan el valor como ser humano que tiene el estudiante o el profesionista. Le cede el control de su vida y su autoestima al reconocimiento no sólo de los demás, sino desde el puro calificativo escrito en papel. Para ellos todo es blanco o negro, las cosas sólo pueden hacerse bien o mal; si no es un diez es un cero; y así se valoran a sí mismos.
En ambas dinámicas (médicos-pacientes y estudiantes/ profesionistas-excelencia), pareciera que no hay un verdadero codependiente, sino sólo un dependiente. Pero el desenvolvimiento profesional de éstos es dinámico, ellos logran que su trabajo sea inflexible y aislado, es decir, la salvación del paciente y el diez en papel son reflejos únicamente de sus habilidades y capacidades, y no sólo parte de un complejo sistema de probabilidades, posibilidades, situaciones, estados e imperfección totalmente humana. Al depositar -en cosas o personas pasivas e independientes- de ellos todo un significado y correlación directa con su valor personal, generan automáticamente una entidad viviente que los juzga y califica minuto a minuto. Se obligan a sí mismos a depender de un agente externo cuya eficacia o resultado pasa a ser (según ellos) totalmente dependiente de las habilidades profesionales, las cuales son el único elemento que los hace valer como personas. Para que esto quede más claro aún, pongamos el ejemplo del alcoholismo: el alcohólico depende del alcohol, pero codepende del acto de beber. Así, la codependencia no es unilateral, puede ser bilateral o multidireccional, es dinámico y activo, ya sea involucrando a terceras personas o siendo uno mismo con ciertos objetos o elementos cuya relación y consecuencias depende de uno mismo.
Los ejemplos son infinitos, y la complejidad de la codependencia, enorme; por eso, lo que se ha descrito aquí pretende, como primer paso, ayudarte, por un lado, a identificar si te relacionas codependientemente y, por otro, a entender un poco cómo y por qué te manejas así.
En todos los casos que hemos visto aquí, recordemos que los roles se alternan, evidenciando en todos los involucrados prácticamente las mismas necesidades, y satisfaciéndolas de la misma forma pero con conductas aparentemente distintas. Es muy probable que entre la explicación general y los ejemplos específicos te haya surgido una duda y te estés preguntando lo siguiente: “al principio se dijo que los codependientes no son capaces de asumir sus propias responsabilidades y por eso se las adjudican a otros, y en los ejemplos se dice que éstos sienten que no valen nada y que todo es su culpa”... entonces ¿sienten que son culpables de todo o que no lo son de nada?” Esto no te parecerá confuso cuando te des cuenta de dos cosas: que los móviles de origen psicológico pueden operar tanto consciente como inconscientemente, y que los sentimientos de culpa y la responsabilidad no son lo mismo.
Los sentimientos de culpa nos los adjudicamos nosotros mismos cuando, inconscientemente, creemos que nos conviene; en cambio, nuestras responsabilidades lo serán siempre, las queramos asumir o no. Cada uno es responsable de sus propios actos, no así de los actos de los demás.
Los sentimientos de culpa son eso: sentimientos, y tienen su orígen en múltiples y complejos procesos y razones (muy discutidas por los expertos y, por lo cual, no van a ser analizados esta vez), pero lo importante es que uno puede sentirse culpable por cuanta cosa le de la gana, pero no por eso es responsable de ella. Ejemplo: el típico caso en que un padre se siente culpable porque su hijo de 22 años tuvo un accidente automovilístico, y se dice a sí mismo una y otra vez “no debí dejarlo ir”... Los únicos responsables de eso fueron los conductores (o uno de ellos). Una de las razones por las cuales a las personas –en especial a las codependientes- les atrae el sentimiento de culpa es porque con ella se dan importancia (creen que no valen nada, o muy poco, así que intentan valer algo y ser notadas –aunque sea de forma negativa- a través de intentar convencer a los demás que ellos son protagonistas en la historia. Otra razón es la ya mencionada flagelación; otra más puede ser el enojo, o el querer liberar al otro de sus responsabilidades, intentando protegerlo de ellas.. En fin, pueden ser muchas las razones, una sola o varias al mismo tiempo, pero suelen ser inconscientes. Una persona no funcionará sanamente cuando su interior no es sano: cuando su autoestima es débil, cuando cree que no vale nada y luego trata de darse importancia, pero no podrá soportar esta importancia cuando ve que ella conlleva responsabilidades. Es muy sencillo de entender: las personas incapaces de asumir sus responsabilidades y actuar en consecuencia, siempre intentarán zafarse de ellas y adjudicárselas a otros (esto es imposible, pero así actúan).
Nadie es incapaz de ser responsable (todos lo somos de nosotros mismos, por naturaleza), lo que sí es posible es gente incapaz de asumir tal responsabilidad. ¿Quién? Los que creen que valen nada, que no son capaces de lograr nada, ni siquiera de tener el control de sus actos, libre y sanamente elegidos. Por eso permanecen brincando entre la irresponsabilidad y la culpa. Además, es muy difícil ser responsable de una persona que ni siquiera se sabe quién es, cuánto vale, qué le pertenece, qué no: UNO MISMO. Si no sé mis límites, lo que me define y lo que soy, no lograré saber cuáles son mis responsabilidades. Pero siempre recuerda que la mayor de todas las responsabilidades es: RESPETARNOS A NOSOTROS MISMOS. Partiendo de esto, la CONGRUENCIA y la claridad irán llegando poco a poco y, con ella, la AUTONOMÍA.
Si eres codependiente intenta comprender que:
1.- Nadie viene a este mundo por la razón, ni con la obligación, de cumplir las expectativas de nadie.
2.- Todo ser humano puede y debe, por sí mismo, vivir una vida completa, plena, con un sana autoestima, con respeto, dignidad y entera responsabilidad de los propio actos... Date cuenta que asusta más no tener el control de la propia vida que aceptar ser responsable de ella (de todos modos se es).
3.- Tu codependencia puede tener su origen, entre muchas otras cosas, en un fuerte sentimiento de culpa, el cual, a través de ella, busca resarcir los daños o enmendarse. Pero eso es un error: nadie puede culparte por sus errores o circunstancias. No caigas en lo mismo ni te conviertas en lo que, obviamente, rechazas (porque te hiere y te obstaculiza). Si tú no causaste algo, tampoco podrás ser el salvador o quien lo arregle. Y si te has equivocado, no vivas revolcándote en el arrepentimiento y la culpa, pues no sirve mas que para hacerte daño y hundirte más. El pasado no se puede cambiar, pero puedes hacer algo mucho mejor con él: aprenderle. Sí, aprende de tus errores y enfócate en descubrir lo que deseas para tu vida y trabaja en ello. Deja de culpar a lo externo sobre tu infelicidad, pues te quedarás sentado(a) esperando a que el mundo cambie para poder ser feliz. Tira lo que no te corresponda y trabaja en lo que sí.
4.- Tu codependencia también puede manifestarse en el hecho de que dudas de ti mismo, de tus juicios y, por ende, de tu valía y del sentido de tus acciones. Claro que dudas, pues has permitido que el sentido de coherencia dependa de lo que otros opinen (pues te parecía más cómodo) Primero tienes que buscarte y encontrarte, luego conocerte. Cuando lo logres sabrás quién eres y cuáles son tus verdaderos pensamientos, sentimientos y perspectivas de vida. Ya dentro de éstos, sabrás cuáles son sanos, los que te ayudan a crecer y mejorar tu calidad de vida, a valorarte y respetarte, a hacerte escuchar. Así ya no dudarás.
5.- Debes recordar que toda persona, por el simple hecho de serlo, tiene un valor único, total, y no debes dejar que nada ni nadie interfiera con él. Tienes todo el derecho y la responsabilidad de permitirte ser querido por los demás, respetado, escuchado y valorado.
6.- Una característica fundamental de todo ser humano es la capacidad de aprendizaje. Bien, pues confía en ella y úsala de ahora en adelante para lograr tu auto-confianza y autonomía: ya que has sido honesto(a) contigo mismo(a) y has aceptado que tienes una personalidad codependiente, trata de identificar su origen. En ese momento confróntalo de una vez por todas y deséchalo, no te sirve vivir con tantos miedos de ser tú mismo. Será difícil pero no imposible: empieza por entrenarte en lo siguiente:
a) Haz un esfuerzo por ubicar tus reacciones y pensamientos más comunes ante “aquellas” situaciones que evidencian tu codependencia.
b) Intenta verte desde afuera cuando estés en una situación así y haz un alto antes de reaccionar. Rápidamente elige una forma de reaccionar distinta a la que sueles hacerlo. Elige una más honesta, que te surja del corazón, no del pensamiento (esquemas mentales a los que estás acostumbrado). A veces lo lograrás muy fácil, otras te costarán trabajo, y otras no lo lograrás. No te preocupes, ni te desanimes. Esos esquemas mentales culpígenos y confusos los aprendiste, y como todo lo aprendido, puede ser desaprendido cuando tú así lo decidas. Fuiste entrenado para funcionar así (directa o indirectamente –tampoco es tu culpa), pero ahora puedes entrenarte para funcionar mejor, y esa sí es tu (maravillosa) responsabilidad: entrenarte conscientemente para actuar, pensar-te, y vivir-te de una forma sana, individual, en el respeto y la auto-confianza. Todo entrenamiento requiere práctica, voluntad y paciencia, empieza de una vez.
*Si tu codependencia es de alto grado y tú y con quien te relacionas así tienen problemas graves, como las adicciones, abusos (físicos, sexuales, verbales, psicológicos, etc.), podría ayudarte mucho acudir a psicoterapia y/ o a grupos de apoyo o autoayuda como Alcohólicos Anónimos, Neuróticos Anónimos, centros de ayuda diversa como: personas golpeadas, víctimas de violación, etc. Infórmate a través de las instituciones gubernamentales que te correspondan.
Escrito por El Consejero
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