3.12.06

Los ricos que deciden volverse muy ricos

Por LOUIS UCHITELLE

Tras diez años practicando medicina, aún inmerso en el esfuerzo por convertirse en un "médico científico muy reconocido", Robert H. Glassman concluyó que no ganaba suficiente dinero. Así que respondió a un anuncio en la revista médica New England Journal of Medicine en el que una firma de consultoría de negocios solicitaba médicos.


Y hoy, después de mudarse a Wall Street como asesor de inversiones médicas, es multimillonario.

Con la esperanza de conseguir avances en la cura contra el cáncer, su especialidad, se dedicaba de lleno a la investigación, con el sueño incluso de ganar un premio Nobel, hasta que Wall Street reordenó su vida.

"No estaba seguro de estar dispuesto a arriesgarme a pasar muchos años en busca de becas de investigación y trabajando día y noche para tener una escasa oportunidad de ganar la ruleta rusa y de hacer una contribución significativa a la literatura científica", dijo Glassman.

En la vigésima reunión de su generación universitaria quedó claro cuánto había superado las expectativas tradicionales de clase media alta de un médico. Para entonces trabajaba para Merrill Lynch y pronto se convertiría en director administrativo de la banca de inversiones en atención médica.

"Había médicos en la reunión, personas extremadamente inteligentes", recordó Glassman, casado y con dos hijos, en una entrevista reciente.

"Fueron a los mejores programas, se mantuvieron fieles a su ética y en verdad tenían metas muy puras. Y luego fueron a la reunión de los 20 años y vieron que una persona diez veces menos inteligente que ellos ganaba muchísimo más dinero".

La oportunidad de volverse abundantemente rico es un fenómeno reciente no sólo en la medicina, sino también en un creciente número de otras profesiones y ocupaciones. En cada caso, la gran mayoría aún tiene ingresos bastante uniformes superiores a los 100.000 dólares al año, por lo general más cerca de 400.000, de acuerdo con cifras del gobierno. Pero a partir de los años 90, un número significativo empezó a ganar mucho más, lo que creó un escalafón de ingresos de dos niveles dentro de tales ocupaciones.

La línea divisoria surgió cuando personas como Glassman, de 45 años, aprovecharon oportunidades dentro de sus campos que ofrecían ingresos significativamente más altos.

Otros se han cambiado a campos diferentes que ofrecen mayores ingresos, desde los círculos académicos hasta Wall Street, por ejemplo, y un número creciente de emprendedores ha cosechado ganancias inesperadas ligadas en gran medida a los mercados financieros en expansión, que recurren a capitales de todo el mundo.

Hace tres décadas, las compensaciones entre las ocupaciones diferían mucho menos que en la actualidad.

Esa creciente diferencia está desviando a las personas de algunos campos fundamentales, dicen los expertos. El grupo de investigación American Bar Foundation ha encontrado en sus encuestas que menos graduados de facultades de leyes entran a la práctica legal de interés público o a empleos gubernamentales, y llenar todas esas vacantes resulta cada vez más difícil.

Algo similar ocurre en el mundo académico, donde los recién doctorados emigran de la enseñanza o la investigación hacia campos más lucrativos.

"Cuanto mayor el premio, mayor el esfuerzo que hacen las personas para obtenerlo", indicó Edward N. Wolff, economista de la Universidad de Nueva York, quien estudia los ingresos y la riqueza. "Ese esfuerzo aleja a las personas de trabajos más útiles".

Qué tipo de trabajo resulta más útil es una cuestión de opinión, por supuesto, pero no hay duda de que un nuevo grupo de los muy ricos se ha elevado hoy muy por encima de sus colegas meramente acaudalados.

Uno de cada 825 hogares estadounidenses ganaba por lo menos dos millones de dólares el año pasado, casi el doble del porcentaje de 1989, ajustado a la inflación, encontró Wolff en un análisis de datos gubernamentales. Uno de cada 325 hogares tenía un valor neto de 10 millones de dólares o más en 2004, el año más reciente para el que se tienen datos disponibles, más de cuatro veces que en 1989.

Glassman, quien vive en una casa comparativamente modesta de cuatro habitaciones en Short Hills, Nueva Jersey –a unos 50 kilómetros de Manhattan– está en proceso de saltar a ese grupo de ricos. En 1996, con 35 años, ganaba 150.000 dólares anuales (aproximadamente 190.000 en dólares actuales) como especialista en hematología-oncología. Fue entonces que, recién casado y prácticamente sin ahorros, hizo el cambio que lo llevó a la asesoría en administración.

No revela cuánto gana ahora en Wall Street o cuál es su valor neto actual. Algunos expertos en compensaciones, entre ellos la firma Johnson Associates, dicen que los ingresos anuales de aquellos que se encuentran en su posición llegan fácilmente a más de un millón de dólares, y el valor neto suele superar los 20 millones.

Vía:
The New York Times

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