La blanca y amplia sonrisa que destacaba sobre la tez morena de Muhammad Yunus fue como una estrella de Navidad que vino a iluminar el salón de actos del Ayuntamiento de Oslo.
Ante la presencia de la Familia Real noruega completa y la Reina Sofía, invitada al acto por el propio galardonado, el llamado «banquero de los pobres» y Mosammat Taslima Begum, que representaba al Banco Grameen -fundado por el propio Yunus y que hoy tiene casi 7 millones de prestatarios pobres, de los cuales el 97 por ciento son mujeres-, recibieron las dos medallas de oro y los diplomas que les acreditan como los ganadores del Premio Nobel de la Paz 2006. Un premio que, como el resto, está dotado con diez millones de coronas suecas aunque se concede en Noruega, el equivalente a poco más de 1,1 millones de euros, que se repartirán en partes iguales los dos galardonados, aunque ya han dicho que lo dedicarán a la beneficencia.
Yunus, en su discurso de agradecimiento, no se cortó un pelo y criticó a la banca tradicional, a los políticos y empresarios, sentenciando que «la pobreza es una amenaza contra la paz» y que «la guerra contra el terrorismo no se gana con las armas, sino acabando con la pobreza». Aunque alabó la labor de la ONU, señaló que todavía el 40 por ciento de la población mundial se queda con el 94 por ciento de la riqueza que se genera en el mundo.
Contra la guerra
El ganador del Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998 confesó a los presentes que lo que más le había conmovido fue «las felicitaciones por el premio de las miles de personas de los pueblos más remotos de Bangladesh».
El fundador del banco Grameen e impulsor del microcrédito que hoy día tiene 7 millones de clientes entre los más pobres de su país, señaló que cuando en el años 2000 la ONU salió al paso con la intención de querer reducir el número de pobres a la mitad en 15 años, fue un gran adelanto para todos.
«Nunca antes el mundo había estado tan unido con una meta tan ambiciosa, pero después del 11 de septiembre de 2001, la opinión mundial perdió el interés y comenzó una guerra contra el terrorismo, una guerra con armas», dijo Yunus.
«El terrorismo -añadió- debe ser condenado, pero la guerra no es el camino; si queremos acabar con el terrorismo tenemos que acabar con la pobreza».
Teoría del «negocio social»
El economista se llevó los focos, sobre todo, por el gran calado de un discurso en el que expuso su teoria del «negocio social». Yunus partió del argumento de que las teorías modernas económicas se centran en la figura del empresario guiado en «conseguir los mayores beneficios, desprovisto de una dimensión humana y social».
El ejemplo fue Estados Unidos, «el país con el mercado más libre y rico», que no cubre la seguridad social de un quinto de su población.
Yunus dijo que «ampliando el concepto de empresario podemos cambiar la naturaleza del capitalismo radicalmente y resolver muchos problemas sociales y económicos». Su propuesta es un hombre de negocios motivado en «obtener el máximo de beneficios» y en «hacer el bien para las personas y el mundo».
Y así lo describió: «El negocio social será un nuevo tipo de empresa cuyo objeto es cambiar el mundo. Los accionistas obtendrían lo invertido pero no sacarían dividendos de la compañía», explicó Yunus, agregando que «los beneficios revertirían en la compañía para su expansión». Toda una alternativa, afirmó, al «sueño socialista».
Entre los invitados a la sobria y protocolaria ceremonia, se encontraban, además del rey Harald V, la reina Sonia y los príncipes herederos Haakon y Mette-Marit. La amistad de doña Sofía con Muhammad Yunus viene desde 1992, cuando la Reina de España conoció en Bruselas su trabajo en favor de los más desfavorecidos. En 1996, Doña Sofía pudo conocer personalmente en Bangladesh la labor del banco Grameen, fundado en 1983, en respuesta, según recordó el flamante Nobel de la Paz, «a la situación de esclavitud de parte de la población campesina de Bangladesh».
Ante todos ellos, Yunus demostró que piensa por él mismo cuando defendió la «globalización», aunque advirtió que la misma debe tener reglas para proteger al débil y evitar que se convierta en un «imperialismo financiaero».
Pamuk en persona
En Estocolmo, la capital del vecino reino de Suecia, la centenaria ceremonia de entrega de los otros cinco premios Nobel, los llamados «científicos», daba comienzo en la Casa de Conciertos. De las manos del rey Carlos Gustavo de Suecia, los premiados este año con el galardón más prestigioso del mundo que fundó el sueco Alfred Nobel, el inventor de la dinamita, recibían sus medallas, diplomas y cheques.
El novelista turco Orhan Pamuk, Nobel de Literatura, fue sin duda el protagonista más destacado de la ceremonia, ya que sus predecesores en los dos últimos años, la austriaca Elfriede Jelinek y el británico Harold Pinter, no acudieron a recoger sus premios.
Pamuk se mantuvo en la línea de su discurso de agradecimiento, la llamada «Lectura Nobel» celebrada el pasado miércoles, en el que se limitó a narrar un cuento oriental en turco basado en sus recuerdos de la infancia y en la maleta de su padre, eludiendo cualquier referencia política o la polémica sobre el genocidio armenio y las matanzas de los kurdos.
En la foto cercana, Orhan Pamuk, en Estocolmo con el Nobel de Literatura, acompañado por su hija, Rüya Yunus, satisfecho, después de recibir el Nobel de la Paz en Oslo.
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Notas de La Razón
1 comentario:
Yunus es un héroe, él ha venido a Venezuela y sería excelente que gente del Banco del Tesoro se fuesen a entrenar al Greemen Bank en Bangladesh.
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