23.12.07

La Navidad de los pobres

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Las fiestas navideñas son cada vez más ajenas a su origen histórico y religioso.

Los tumultos en los centros comerciales, las angustias por la cena y las exigencias para consumir o vacacionar con precios de temporada alta, ninguna relación tienen con la humildad, sencillez y profundo mensaje de solidaridad originales.

La Navidad es la fiesta cristiana del nacimiento de Jesús; su celebración adquiere diferentes características entre las distintas iglesias, sin embargo, su antecedente se ubica en las fiestas romanas del solsticio de invierno. Era tiempo de frío en que los grupos sociales se juntaban para protegerse y compartir los escasos alimentos que tenían debido a las inclemencias del tiempo. “Los débiles se unen en las Navidades para protegerse del lobo –nos dice simbólicamente el pensador italiano Franco Avicolli–; los que son poderosos no requieren de esta unidad, utilizan sus propios medios”.

En el siglo XIII se fue conformando la tradición cristiana de celebrar la Navidad. El 25 de diciembre de cada año se realizaba la fiesta, de origen oriental, del nacimiento del sol, el dies natalis solis invicti; durante este periodo histórico dicha celebración se va sustituyendo por el nacimiento de Jesús y se empieza a cultivar el dies natalis cristi. El emperador Aureliano, en el año 273 después de Cristo, así lo decreta.

San Francisco de Asís inicia la costumbre de representar el nacimiento con figuras en torno al pesebre.

Los romanos en la época navideña adornaban sus casas con ramos verdes, intercambiaban regalos y felicitaciones. Más tarde, los germanos agregaron a estas fiestas sus abetos y luminarias. Eran tiempos de solidaridad con un enfoque íntimo.

En la sabiduría popular se suele afirmar: “Navidad con los tuyos y pascua con los amigos”. A diferencia de los tiempos fríos, en que la respuesta frente a la escasez es la obligación de compartir, en el periodo de pascua la naturaleza ha despertado y es generosa en la producción de alimentos.

Además de la tradición popular comunitaria, en estrecha relación con el ciclo solar, en estas fechas está presente el mensaje de quien nació pobre para dejar clara su preferencia con los débiles y los marginados.

Hans Küng, el teólogo suizo que visitó México recientemente, lo dice claro: “Se es cristiano cuando se apunta el compromiso humilde en favor del prójimo, a la solidaridad con los desheredados, a la lucha contra las estructuras injustas; disposiciones de gratitud, de libertad, de generosidad, de abnegación, de alegría, como también de indulgencia perdón y servicio...”

Esta reflexión es clave en estos momentos de desencuentro y de confusión, cuando los valores éticos y solidarios parecen perderse como conceptos ingenuos, cuando el cristianismo es más entendido como adoración cultural o interiorización mística y no como una vinculación auténtica con el pensamiento de Jesús.

Fuente: Articulo de Arturo Alcalde Justiniani, La Jornada

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