Con reservas petroleras por 21 billones de dólares, el soberano de Arabia Saudita y su familia realizan millonarias inversiones en diversos mercados de todo el mundo.
Bancos, industrias y real estate
Arabia Saudita tiene la mayor napa de crudo del mundo, es la principal productora y exportadora de petróleo y posee un tercio de las reservas mundiales comprobadas, que suman el equivalente a 261.000 millones de barriles.
Tomando como base la cotización del BTU en torno a los U$ 82 por unidad, esa riqueza petrolera enterrada en el subsuelo del reino saudí representa la increíble suma de U$21.402.000.000.000. Hace dos semanas, el barril superó los 90 dólares, tras haber aumentado 50% en un año y haberse triplicado desde 2003.
Arabia Saudita, el mayor exportador mundial de crudo. Y con las inversiones especulativas en el sector, el aumento de la demanda de combustibles con la llegada del invierno en el hemisferio norte y las tensiones políticas en Oriente Medio, las monarquías petroleras hacen lobby en la OPEP por ajustar la producción –que en Golfo Pérsico alcanzan para abastacer al mercado por 40 años más–, y sacan ventaja de la subida récord en el precio del barril.
Por cada dólar que aumenta la cotización del crudo en el mercado internacional, los petroleros saudíes suman casi u$s 9 millones adicionales al día. De esta forma, aumentan las regalías que recibe su país, al mismo tiempo engrosan sus arcas particulares, como la del rey saudí Abdalá Bin Abdelaziz al-Saud, de 83 años, cuya fortuna personal de U$ 21.000 millones lo coloca en el top ten de los gobernantes o soberanos más adinerados del planeta.
De hecho, el segundo lugar en la lista lo ocupa Al-Whaleed bin Talal Bin Abdul Aziz Al Saud, principe heredero saudí y hermanastro del monarca, con fondos propios por u$s 20.300 millones. El príncipe saudí, a diferencia del rey Abdullah, tiene un estilo de hacer negocios más abierto y mediático, entre otras cosas, por sus vinculaciones con mandatarios del exterior y su partipación accionaria en instituciones financieras globales, como el Citigroup.
Fondos al exterior
Según un estudio de Merrill Lynch, las inversiones extranjeras de la familia real saudí superarían los u$s 700.000 millones, aunque otras fuentes señalan que esa cifra sólo implica el dinero colocado en los fondos de inversión de Estados Unidos (títulos, acciones, obligaciones y bienes inmuebles), en cualquier caso es un monto que duplica el PBI de su país.
Hace dos meses Al-Whaleed bin Talal, quien realiza inversiones principalmente inmobiliarias, anunció que analiza la posibilidad de que dos firmas hoteleras de las cuales es accionista (Fairmont y Raffles), construyan en la costa del Pacífico de Costa Rica. Hasta ese país llegó el magnate árabe en su Boeing 747 privado, se hospedó en el exclusivo Four Seasons de Papagayo –perteneciente a la cadena de hoteles de lujo que adquirió el año pasado junto a Cascade Investments LLC de Bill Gates por u$s 3.370 millones– y se entrevistó con el presidente, Oscar Arias. Y además, como accionista del Citigroup, también habló sobre los planes de esa entidad bancaria para Centroamérica.
En estos países productores de petróleo el Estado, el gobierno y el reino están tan íntimamente ligados como la religión y la política, por eso es complicado hacer una distinción entre las inversiones genuinas del país y las de sus monarquías. En su tierra la familia real tiene holdings financieros y bancarios, como Faisal Islamic Bank, Dar al-Mal, Dallah Al-Baraka, National Commercial Bank.
Oro negro
Lo cierto es que los reyes del crudo mueven al mundo con su energía y, al mismo tiempo, el mundo continúa llenando las arcas de esas naciones.
Gracias a esto es que el rey Abdullah piensa destinar U$ 10.000 millones para la construcción de una universidad en la costa del Mar Rojo que llevará su nombre. La casa de estudios, que pretende cooperar con otro centros investigadores del mundo, se levantará sobre una superficie de 36 millones de metros cuadrados, tiene final de obra en 2009 y la construcción será supervisada por Aramco, la compañía petrolífera que pasó de multinacionales británicas y norteamericanas a manos árabes.
La industria de cabecera saudí está fuertemente ligada al sector público, especialmente en la siderurgia y en la química del petróleo. En este ámbito, la Saudi Basic Industries Corporation (Sabic), es la 11° empresa petroquímica del mundo, la tercera en polietilenos y la sexta en polipropileno, así como la mayor firma no petrolera de Oriente Medio.
Sabic acaba de adquirir por U$ 11.600 millones más su deuda la división de plásticos de la multinacional General Electric, que cuenta con 11.000 empleados en 20 países. Así, los petrodólares siguen buscando oportunidades fuera del reino, para sumar empresas e industrias antes que los pozos dejen de entregar el oro negro.
1 comentario:
excelente articulo, pero deberían colocar más estadísticas sobre lo que son los problemas del país
Publicar un comentario