Ahora que la recesión se convirtió en una realidad en las principales economías del mundo, los funcionarios empiezan a preocuparse por la posibilidad de que se produzca un fenómeno que muchos consideran letal: la deflación.
La batalla de Japón contra las constantes caídas de precios y el estancamiento económico, que duró una década, está firme en la mente de los funcionarios. Los bancos centrales y los Gobiernos están determinados a evitar los errores del pasado.
"La deflación probablemente sea el peor escenario para el sector financiero porque es muy difícil de superar. Por lo tanto todos los bancos centrales van a hacer todo lo posible para evitarla", dijo el 10 de noviembre un funcionario del Banco Central Europeo (BCE), Ewald Nowotny.
La perspectiva de caídas constantes de precios es particularmente indeseable en el presente dado el golpe que representaría para los esfuerzos de los bancos, las firmas y las familias que quieren reducir las deudas y poder capear la tormenta económica tras la crisis financiera.
Los bancos centrales, enfrentados con el colapso repentino del crecimiento y de la inflación, ya han rebajado las tasas de interés y se prevé que sigan haciéndolo, pero los economistas advierten que podrían quedarse sin margen de acción.
"La política monetaria es menos potente en el descenso que cuando las cosas suben", dijo Stefan Gerlach, profesor de la Universidad Goethe de Francfort.
"Cuando la inflación está subiendo los bancos centrales pueden subir las tasas tanto como deseen, pero en la otra dirección, tienen el cero por ciento como límite", agregó.
La Reserva Federal de Estados Unidos ya ha disminuido las tasas al 1 por ciento mientras que la tasa clave del Banco de Japón se ubica en sólo el 0,3 por ciento.
El BCE, con su tasa oficial de 3,25 por ciento, y el Banco de Inglaterra, con el 3 por ciento, tiene algo más de espacio para actuar.
Después de tocar máximos hace sólo unos meses, la inflación está descendiendo en todas las economías industrializadas debido al debilitamiento de la expansión y a la fuerte baja de los precios energéticos y alimentarios.
Los precios al consumidor de Estados Unidos se desplomaron al ritmo más veloz en los registros en octubre, alimentando los temores de una espiral deflacionaria de caídas de precios, gatos y salarios si la demanda no se recupera.
Los funcionarios de la Fed han minimizado el riesgo de deflación, al igual que sus colegas del BCE, aunque el gobernador del Banco de Inglaterra Mervyn King ha dicho que no podía descartar una deflación en Gran Bretaña.
"AGUJERO EN LA CABEZA"
Otro efecto de las caídas de precios es que incrementan la carga de cualquier cantidad de deuda, incluso cuando los bancos y familias están cancelándola, o "desapalancándose", en reacción a la turbulencia financiera y a una ola de malas noticias económicas.
"El problema con la inflación negativa es que el valor real de la deuda se incrementa", dijo James Nixon, economista de Societe Generale. "En un ciclo de desapalancamiento, la inflación negativa es como un agujero en la cabeza".
En Estados Unidos, la crisis del crédito y la abrupta desaceleración de la economía desde mediados de septiembre fueron dos golpes que dificultan a las autoridades proteger la economía de una recesión profunda y sanar los mercados del crédito.
Pero aún así la deflación sería problemática porque, si se sostiene, podría hacer que los consumidores y las empresas reduzcan el gasto aún más, contrayendo la actividad económica y reduciendo todavía más la demanda, lo que provocaría a su vez nuevas caídas de precios.
"Una vez que uno entra en un período de deflación, es importante revertir la economía lo más rápido posible", dijo Lyle Gramley, un ex gobernador de la Fed que ahora trabaja como analista de Stanford Group en Washington.
Fuente: Reuters
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