Clara Jiménez, una lectora, opina:
El hecho de que la tempestad financiera ha expulsado del ranking de las grandes fortunas a más de uno, demuestra lo voluble del dinero y de la posición económica. Tenía razón quien afirmaba que la pobreza más profunda es la incapacidad de alegrarse, un hastío frente a la vida que impide amar.Quizá esto no consuele a los desempleados, pero la Navidad trae un mensaje: la pobreza y la riqueza son términos relativos, es rico quien es rico para Dios y pobre el que ha hecho de su vida un monumento al egoísmo y al desamor. La riqueza es tarea propia, el dinero del Gobierno de turno.
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