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Casi todas las semanas llegan a La Habana latinoamericanos pobres en busca de cirugía ocular gratis, cortesía del gobierno cubano. Mientras tanto, Margarita Gómez, de 75 años, se sienta sola todo el día en una choza fétida aquí. Restringida a una silla de ruedas desde que se quebró la cadera el año pasado, la señora Gómez sufre de una enfermedad crónica del corazón. Una hija suya, quien trabaja largas horas para mantener a dos hijos hace lo que puede por ayudar a la señora Gómez, pero el dinero sólo alcanza hasta cierto punto para proveer una dieta escasa.
La señora quisiera entrar a un asilo para los ancianos minusválidos, pero por razón de que su domicilio oficial está registrado en otra parte de Cuba, las autoridades de la salud le rechazan la solicitud. “Soy como prisionera aquí, por que no puedo ni caminar, ni siquiera ir por agua”, dice. “Mi única esperanza es que el gobierno haga algo por ayudarme”.
Con el paulatino hacerse con el poder del país de Raúl Castro, millones de personas comparten con ella la esperanza.
Aunque Fidel Castro sigue a la cabeza del estado y tiene una voz importante en la política de gobierno, su hermano Raúl es el presidente extraoficial, lo cual ha dejado a Cuba en una configuración política extraña.
Muchos están convencidos de que Fidel no volverá a asumir sus antiguas responsabilidades y que morirá antes que después. Esta creencia alimenta un sentimiento amplio a favor de la transformación económica radical. Docenas de cubanos a los que se entrevistó este verano dijeron que pensaban que el mayor de los Castro – quien continúa denunciando a las prácticas del mercado libre – es un obstáculo a las muy necesitadas reformas, incluyendo agudos aumentos en el salario.
Su muerte llevará a derrumbar cualquier barrera al cambio. La inquietud es palpable y representa un alejamiento importante de la quieta apatía que muchos cubanos han sentido durante casi 50 años de gobierno comunista.
“Yo creo que somos el único país que tiene este estilo de gobierno”, dice Jeanette, una maestra, quien pidió no se publicara su nombre entero por miedo a represalias políticas. “Oficialmente, Fidel está recuperándose. Pero ya ha pasado un año. ¿Qué tipo de recuperación es ésa para un hombre de 80 años o más? Tiene que estar muy enfermo, pero no se nos dice la verdad”.
Jorge, un burócrata municipal quien también pidió no se usara su apellido, dice que el ánimo del país ha cambiado radicalmente.
“Yo pienso que en el extranjero creen que todos o odiamos o amamos a Fidel”, dice. “En realidad, muchos de nosotros respetamos a Fidel por lo que hizo al comienzo por ayudar a las masas pobres. Pero se estancó en sus viejas maneras comunistas y no ha permitido que Cuba se desarrolle con el resto del mundo. No puedo predecir lo que pasará cuando muera Fidel, pero sí sé que todos esperamos grandes cambios”.
El hurto en el lugar de trabajo ha sido un problema hace mucho tiempo, y últimamente se ha puesto peor, indican los trabajadores cubanos. Lo que se roba termina vendiéndose en el mercado negro. Los que roban dicen que es la única forma que pueden suplementar un salario que equivale en promedio a $16 por mes.
La muerte de Fidel será un evento trascendental, pero ¿conllevará el levantamiento violento?
Es casi seguro que no lo hará. No obstante, su fallecimiento aumentará la presión sobre Raúl enormemente por tomar acción rápida y decisiva en cuanto a lo económico. El que no lo haga podría desencadenar la frustración reprimida de un pueblo cansado del interminable sacrificio.
Hispanic Link © 2007
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