Vía RFI
¿Y los pobres? Como siempre: "pobres, pero honestos" (!), como dice la paradójica frase venezolana.
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La revolución de Chávez: dónde los ricos se hacen más ricosEl inglés “The Guardian” publica hoy un amplio artículo sobre el proceso revolucionario que está viviendo Venezuela. El periodico destaca los contrastes entre la simbología revolucionaria y la riqueza de que, según el mismo, goza la sociedad venezolana así como la paradoja de la relación con EE.UU. Otra agradable comida termina en el Caracas Country Club con una botella de Cabernet Sauvignon Chileno, el famoso flan del chef y una ronda de expresos. Desde su mesa, en el soleado patio, los 3 hombres de negocios sólo oyen el ruído de una fuente, el murmullo de otros comensales, el click de los vasos y los pasos de los mesoneros. Se supone que en Venezuela hay una revolución socialista, pero desde este oasis de paz en el corazón de la ciudad es inaudible, al igual que el tráfico. “La revolución es bla, bla, bla. No nos sentimos maltratados”, dice uno de los tres, propietario de una fábrica de zapatos. Muchos de los integrantes de la élite parecen pensar y sentir lo mismo. Aunque el Presidente Chávez ha advertido que “el capitalismo llevará a la humanidad a su destrucción”, raras veces ha habido un mejor clima para ganar, gastar y disfrutar el dinero. La economía ha crecido un 9,4% y los bancos y compañías de crédito están reportando incrementos exponenciales en depósitos y préstamos. Las ventas de automóviles se han más que duplicado este año y esperan llegar a 300.000 unidades, muchos de ellos vehículos de lujo que rivalizan con Manhattan. La causa de ello es el petróleo. Al ser el quinto exportador mundial, Venezuela ha prosperado con los precios por encima de los 60$. A diferencia de otros “booms” petróleros, éste se supone que es distinto pues hay un Presidente poderoso, que lleva una boina roja, parafrasea al Ché Guevara y adora el comunismo cubano. Chávez ha capitalizado la atención mundial con promesas de “transformar las estructuras del capitalismo”. Miles de millones de dólares han sido gastados en asistencia médica, en la mejora de la educación para los pobres y en el campo, con algunas plantaciones de azúcar y fincas que han sido convertidas en cooperativas socialistas. Pero los derechos a la propiedad y la estructura de la economía permanecen intactos, en gran parte porque el gobierno no quiere impedir las ganancias, moviéndose entre el alivio de la élite y las quejas de la izquierda radical que exige una mayor redistribución de los recursos. “En términos de lo que Chávez ha hecho, éste es un gobierno neoliberal,” dice Douglas Bravo, un antiguo guerrillero marxista que alguna vez fue cercano a Chávez, lamentándose en el matutino El Nacional. Chávez ha descrito sus ocho años en el poder como una etapa de transición y ha prometido una fase más radical, inspirada en parte en la Cuba de Fidel Castro, si gana la reelección el próximo mes. Las encuestas preveen que triunfará con una avalancha. Alberto Garrido, historiador y uno de los analistas más reconocidos, ha dicho que en cierto momento existió la intención de concretar la revolución, sin embargo, una cultura de consumo americanizada, aficionada al beisbol, a McDonalds y a las marcas de ropa han obligado al gobierno a actuar con precaución. Un ejemplo notorio es el de el Golf, En agosto, el alcalde de Caracas Juan Barreto, uno de los aliados del Presidente, amenazó con expropiar los campos Caracas Country Club y Valle Arriba Golf Club con el fin de contruir vivienda para los pobres. Luego de tres meses, el chavismo no ha logrado conquistar los fairways. El vicepresidente, José Vicente Rangel, desdeñó tal iniciativa; el Presidente, de cara a una elección presidencial, no dijo una sóla palabra sobre el asunto. El alcalde ha debido luchar entonces una solitaria batalla contra los abogados de los clubes. La semana pasada, el Caracas Country Club - fundado en 1918 y con 8.000 adinerados miembros - comenzó su ofensiva alegando que la amenaza de expropiación nse basaba en documentos fraudulentos. “Sentimos que esto debe ser resuleto racionalmente, estamos confiados en el imperio de la Ley”, dijo el presidente del Club, Fernando Zozaya. Al preguntarle sobre la revolución, Zozaya se muestra cauteloso, sin ánimos de provocación para con el gobierno. “Digamos que es una forma muy especial de socialismo”. Tres hombres de negocios que almorzaban en el patio fueron más explícitos al despreciar a la Revolución como una simple bravuconería. “No ha interferido con mi trabajo, no ha interferido conmigo”, dice uno. Eso no les detuvo a la hora de imprecar a Chávez, a quien responsabilizan de la inflación, el crimen, la corrupción y el clima de intolerancia que impide a los que critican al gobierno obtener empleos estatales. Ninguno de los tres hombres quiso dar su nombre. “No se sabe cómo pueden acabar las cosas, así que nadie quiere ponerse en riesgo”, dice uno. Se escucha frecuentemente sobre el dinero que se remite hacia el extranjero y las solicitudes de visas europeas o de los EEUU, para evitar que una inmigración apresurada se haga necesaria. Debajo de la bonanza económica, burbujea una muy extendida sensación de inquietud, de que el país ha estado en este mismo lugar anteriormente. Durante los dos enormes booms petroleros de los años 70, se hablaba de “La Gran Venezuela”, en la que los petrodólares transformarían la economía, y donde todo era posible. En su lugar, la economía fue estrangulada lentamente por la sobredependencia de un recurso no renovable cuya explotación creaba ineficiencia, corrupción y mala administración, pavimentando el camino para un duro golpe en cuanto los precios del crudo descendieran. Un encuestador norteamericano, Alex Evans, ha dicho que el boom no ha sido razón suficiente para que las élites, que conforman el 5% de la población, apoyen al candidato a la reelección. “Es un hombre que simplemente no les gusta”. Existe una paradoja: mientras más denuncia Chávez a los EEUU, a los que llama un imperio dirigido por el demonio, más íntima es la relación económica entre ambas naciones. El comercio bilateral se disparó en más de un tercio, alcanzando 40 billones de dólares. La mayor parte del volumen era petróleo, aunque también incluía producción de automóviles y servicios financieros.Sus frutos fueron exhibidos en una exposición de vehículos de lujo y lanchas realizada en Caracas. The Guardian entrevistó al personal de seis stands, y todos ellos dijeron que su negocio nunca había estado mejor. “Es una ironía, esta revolución. Los ricos son mucho más ricos ahora”, dijo René Díaz, quien tenía en venta vehículos 4×4 estilo Humvee, que cuestan hasta 150.000 dólares. La bebida más popular en el bar era la más costosa - un whisky de 18 años. “No les gustan los baratos”, comentó el barman encogiéndose de hombros. |
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