7.7.07

Dos hermanos -arquitectos venezolanos- metidos de lleno en China

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Primero, debo advertir que esta historia es vieja, pero no tan vieja. Es una historia poco conocida por la mayoría de los mortales, pero bastante conocida por sus protagonistas y sus familiares. Lo que pasa es que me interesé en el tema por haber conocido a Víctor Ochoa padre, a su esposa y a sus hijos en Caracas.

Dice la revista China Hoy, en una vieja edición (que no tiene fecha) que, entre los frutos de las relaciones de amistad entre China y América Latina, tan numerosos y variados, destacan aquellos que se encarnan en la acción efectiva de algunas personas.


"Entre tantos casos, se podría citar el de los numerosos estudiantes de uno y otro lado que siguieron cursos o carreras en universidades chinas o latinoamericanas y que ahora se hallan desempeñando cargos desde los cuales siguen ensanchando y profundizando esa amistad."
Singulares experiencias

Uno de esos casos es el de los hermanos Antonio y Víctor Ochoa Piccardo, distinguidos arquitectos venezolanos que, niños aún, fueron con sus padres a China y ya desde hace tiempo participan activamente en el boom de la construcción urbana de Beijing.


La periodista Georgina Cabrera Morillo ( foto) (+), de la mencionada revista China Hoy, uno de cuyos ejemplares revisamos en Caracas, entrevistó a dos venezolanos que tuvieron su infancia en China y que se graduaron de arquitectos en ese país. Ambos son hijos de Víctor Ochoa. Sus nombres: Víctor Ochoa Piccardo y Antonio Ochoa Piccardo.

A Antonio lo conocimos en Caracas cuando tenía
su Ochoarte, una galería de pintura, en el edificio sede del Colegio Nacional de Periodistas, en la avenida Andrés Bello de nuestra capital venezolana.

Historia de una familia

La historia de la “experiencia china” de la familia Ochoa Piccardo es rica y compleja; pero comprimiéndola en una síntesis bastante breve, cuenta la periodista que, a fines de la década de 1960, el padre, Víctor Ochoa, un venezolano que profesaba una lúcida y tenaz admiración por las ideas revolucionarias de Mao Zedong, fue invitado a China a trabajar en Xinhua, la agencia oficial de noticias.

No lo pensó dos veces y se trasladó a Beijing con toda su familia, entre los que se encontraban los pequeños Víctor, Antonio y Adolfo (este último, luego de una larga permanencia en Beijing, donde se graduó de médico, se fue a residir y a ejercer la profesión en Caracas).


Eran los años de la “revolución cultural” y el padre de los Ochoa tuvo ocasión de ver de cerca la magnitud de este movimiento que sumió al país en un caos por espacio de diez años.
Los hijos, por su parte, al alternar cotidianamente en el colegio con los niños chinos, tuvieron una experiencia incomparable que los aproximó, de algún modo, a la comprensión de ciertos aspectos de la idiosincrasia de los chinos.

Cuando se le cumplió el contrato al jefe de la familia, todos volvieron a Venezuela. Pero pronto, Víctor, el mayor, que había estudiado, como sus hermanos, en un colegio de Beijing y, por lo tanto, dominaba la lengua china, retornó a esta ciudad para seguir sus estudios.
Después, mientras Antonio seguía estudiando en Caracas, regresaría a China el otro hermano, Adolfo. En 1976, año de la muerte de Mao Zedong, Zhou Enlai y Chu De, los grandes dirigentes de la Revolución China, Víctor ingresó a la Universidad Qinhua para seguir la carrera de arquitectura.

Diferentes rumbos


A pesar de la coincidencia profesional de Antonio y Víctor, y de haber compartido la misma primera experiencia china en la época de la infancia, la historia de cada cual ha seguido cursos diferentes. Así, mientras Víctor y Adolfo seguían sus estudios en Beijing, Antonio lo hacía en Caracas, seguramente con la mente puesta en un futuro profesional que no guardaba relación con China. Pero de pronto, justo cuando ya graduado empezaba a afianzarse como arquitecto en su propio medio, Caracas, se vio -estimulado por su hermano Víctor- frente a la tentación de lanzarse a una aventura: irse a Beijing, una ciudad cuyos sectores residenciales eran ya, en esos momentos, un hervidero de grúas y de andamios de construcción. Bien. Cayó en la tentación y se mudó con su familia.

Antonio: importante galardón

Este es Antonio Ochoa Piccardo

Su ingreso profesional en este boom de la construcción urbana en Beijing fue tan auspicioso que, al poco tiempo, pasó a ocupar el puesto de arquitecto jefe de Soho China, la mayor y más importante empresa del sector de la arquitectura y la construcción de este país.

Luego, con otros diez prominentes arquitectos de Asia, se embarcó en el famoso proyecto Comuna de la Gran Muralla (Youtube), (web del hotel) consistente en hacer cada cual, de acuerdo con su propia concepción, el diseño de una obra arquitectónica moderna que se integrara de forma armoniosa en el paisaje de montañas de la Gran Muralla y a la propia Gran Muralla. Es un proyecto patrocinado por Zhang Xin y Pan Shiyi, una pareja de jóvenes economistas que, luego de estudiar en los EE UU, volvieron a su país y fundaron la empresa Soho China.

El proyecto, ya terminado, con sus once estructuras modernas -son, en realidad, casas campestres, que se alzan frente a la Gran Muralla, a cierta distancia una de otra,-ha obtenido un importante galardón internacional: el Premio Especial de la VIII Exhibición Internacional de Arquitectura, en el marco de la afamada Bienal de Venecia.


Casas campestres frente a la Gran Muralla

Es una obra original que se halla en un área realmente privilegiada, tanto por hallarse entre hermosas colinas y montañas, como por tener enfrente los trechos más famosos de la milenaria Gran Muralla China. Antonio admite que ha sido un verdadero desafío a la creatividad y a la capacidad de conjugar las líneas de la modernidad con las que ofrece el bello suelo accidentado y el descomunal monumento que es la Gran Muralla. Las casas -la número seis ha sido diseñada por Antonio- han sido concebidas para cumplir la finalidad propia de una sociedad que tiene cada vez más acceso al bienestar; es decir, para servir de “refugio” espiritual, lejos del “mundanal ruido”. Una segunda casa para disfrutar plenamente no solo de la naturaleza sino también de la impresionante vista de la Gran Muralla, en un ambiente moderno y confortable.

En el centro de un mar agitado


Ya con el diploma de arquitecto bajo el brazo y un gran conocimiento de la realidad china, Víctor debe haber puesto sobre la balanza sus preferencias por el lugar dónde tendría que ejercer la profesión. Finalmente, se decidió por China, a pesar de que en aquella época no había el menor indicio de desarrollo urbano en ninguna de las grandes ciudades de este país.
A Víctor lo conoce Georgina desde que fue a China hace más de veinte años.
"Tiene un ostensible temperamento artístico, es un lector empedernido y cultiva con especial esmero su vocación de arquitecto. Sin embargo, el lugar elegido para residir, este país de comienzos de los ochenta, no le ofrecía mayores perspectivas en este terreno. De modo que, mientras esperaba la ocasión que le permitiera ejercer su profesión, fue tentado por el todavía incipiente mundo de los negocios. Poco después, cuando el Banco Exterior de España abrió una oficina en Beijing, fue designado representante de esta importante entidad financiera, cargo en el que permaneció por más de diez años".
Víctor tiene ahora su propio taller de arquitecto y se encuentra, por decirlo de algún modo, en el centro mismo de un mar muy agitado y en crecida: el desarrollo urbano de Beijing.

"He hablado muchas veces con él y sé que comparte la idea de que China se está transformando y reinventando socialmente a sí misma, económica y artísticamente, dentro de los parámetros de una modernidad cada vez más depurada. En una de las últimas veces que nos vimos, me dijo que entre los muchos proyectos que tenía entre manos se hallaba el de un club de equitación y una casa de mil doscientos metros de área construida con piscina y jardines subterráneos. Cada diseño es un verdadero desafío, dice, pues se trata de conjugar las exigencias del cliente con las concepciones artísticas del diseño arquitectónico".
Mucha gente todavía se rige por viejas tradiciones, como por ejemplo, la orientación de la fachada al sur y evitar a toda costa la del norte y del oeste; o como el ajuste del diseño a las coordenadas de la geomancia (determinada orientación de la casa según el terreno).

El riesgo de esto, según Víctor, es caer en la monotonía de construir edificios en fila india, en una misma orientación.

Señaló, además, que en este increíble despegue de la construcción urbana en toda China, está surgiendo en este país una generación de arquitectos bastante creativos y con ideas muy modernas. Incluso, dijo, obligados por las circunstancias, los viejos arquitectos también se hallan en la faena de hacer un reciclaje de sus concepciones.


Más de treinta años atrás, cuando vinieron por primera vez al viejo Beijing con su padre, los entonces pequeños Víctor y Antonio Ochoa no imaginaron ni remotamente que, andando el tiempo, se hallarían embarcados, junto con otros arquitectos chinos y extranjeros, en la tarea de ensanchar, con el necesario toque de modernidad, el perfil urbano de la ciudad que los acogió cuando eran niños, subraya la periodista.


El padre: Víctor Ochoa, abogado venezolano.











Restaurante de lujo en Beijing

Antonio Ochoa concibió y puso en funcionamiento el restaurante Garden of Delight (Tao Tie Yuan).Este es un restaurante latinoamericano diseñado y manejado por el arquitecto venezolano Antonio Ochoa Piccardo, ubicado en Beijing, China. El chef principal es el venezolano Daniel Urdaneta, bajo la consultoría de Edgar Leal, otro chef venezolano con grandes inquietudes. Su dirección es, por si quieren acercarse, la siguiente en Beijing: 53 Donganmen Dajie, Dongcheng District (ver plano). En el web "Cocina Abierta", el chef Leal cuenta la historia:
"Un arquitecto venezolano en Beijín, Antonio Ochoa, con un socio holandés y otro chino, querían hacer un restaurante latinoamericano. Fueron a Miami a investigar, vieron a varias gentes y nos escogieron a nosotros. Yo voy constantemente, tres veces al año por cinco días, y tengo allá un chef venezolano, Daniel Urdaneta, que yo entrené, y un gerente que trabajó conmigo. Todas las noches llamo, me conecto a internet, vemos los problemas, los platos, etcétera. Ha tenido mucho éxito. La mayoría de los clientes son de todas partes del mundo, porque trabajan con compañías extranjeras, y es gente a la que no le gustan los restaurantes típicos chinos y que siente nostalgia por los sabores occidentales. Allá hacemos ceviches, reina pepiada, cachapas. Es un restaurante de lujo".

2 comentarios:

Unknown dijo...

Felicidades a los hermanos Ochoa Pichardo, en especial a Victor, ya que con Adolfo fui condiscipulo en el aprendizaje de Mandarín en Beijing hace 33 años. Espero pronto encontrarlo concoer a Antonio y constatar sus logros y éxitos, como acoplaron Feng Shui y su contribucion al dearrollo Urbanistico de Beijing, Félix Zurita

Unknown dijo...

Felicidades a los hermanos Ochoa Pichardo, en especial a Victor, ya que con Adolfo fui condiscipulo en el aprendizaje de Mandarín en Beijing hace 33 años. Espero pronto encontrarlo concoer a Antonio y constatar sus logros y éxitos, como acoplaron Feng Shui y su contribucion al dearrollo Urbanistico de Beijing, Félix Zurita