12.3.07

Pobreza y felicidad

Hugo Moyer, a quien no conocemos, por cierto, ha escrito sobre este tema un artículo en el diario El Tiempo de Valera. Léanlo y saquen sus propias concluisones. El autor plantea la pobreza como camino a la felicidad, pero pregunta por qué no se han resuelto los problemas sociales ...

La pobreza y la felicidad van de la mano

Aunque no siempre hay una relación directa, que nos permita asegurar que a mayor pobreza, menor felicidad o, a la inversa, a mayor riqueza, mayor felicidad, no es tan fácil descifrar la fórmula que relaciona estas dos variables, sin embargo, todo hace suponer que quien es feliz, tiene al menos, la satisfacción, el optimismo y la suficiente paz interior, que nos permite presumir que en realidad no es pobre.

Existen perspectivas de análisis y de práctica de vida social, que basan la felicidad en la acumulación de bienes materiales y en otros factores externos como el dinero u otras personas.

Los hay también, quienes se sienten infortunados, en riquezas y bienes materiales, pero, se atreven a decir lo que sienten: “somos pobres, pero felices”.

La felicidad, es difícil ocultarla. En cambio, la pobreza se disfraza o enmascara, a veces, tras las apariencias.

Hay quienes muestran mucha riqueza material y, parece mentira, detrás de su fachada y su sonrisa hipócrita, está un mundo de vacíos espirituales y de carencias humanas, como el amor o la verdadera amistad y la alegría compartida, que no han podido llenar

ni con viajes al infinito,
ni con bisutería de oro puro y encandilados brillantes,
ni con toneladas de dólares y euros entrando desde sus alforjas a los bancos,
ni con kilómetros de cemento y arboledas multicolores rodeando su hábitat,
ni con mares de bebidas espirituosas y selvas de tabaco importado corriendo por sus venas,
ni con oraciones de última hora,
ni con pétalos de rosas rellenando sus almohadas, sus colchones y sus jacuzzis,
ni buscando el éxtasis en la mercancía sexual y en las drogas,
ni dándole a sus hijos todos los gustos que desean o lanzando limosnas al hambriento pretendiendo así expiar sus culpas.

Y, mucho menos, acumulando millones y millones, de dinero mal habido, que nunca podrán gastar, ni disfrutar.

En Venezuela estamos obligados, desde que comenzamos el gobierno en febrero de 1999, a procesar con rigor y profundidad, el macroproblema de la miseria y la pobreza, que fue definido como prioritario en la Agenda Alternativa Bolivariana.

Hoy, a ocho años, nadie ha podido convencernos que el Presidente Chávez y su equipo de gobierno han procesado adecuadamente este problema, por eso nos preguntamos: ¿por qué esto no se ha hecho?

Esta ha sido una de las graves fallas de este gobierno: no nos hemos detenido a pensar y reflexionar con tenacidad y en colectivo, sobre la esencia y las posibilidades creativas y reales de intercambiar este problema por otros

¡Sí, intercambiar! Porque, como lo hemos dicho, en otra oportunidad, los problemas sociales, que son cuasiestructurados, no se resuelven como en matemáticas, física o química ¡No, señor! ellos se disuelven, muchas veces, en un plano o nivel diferente, porque sencillamente se intercambian por otros problemas de naturaleza o magnitud distinta a la del problema que deseamos enfrentar. Es una ley.

De nada valdrán triunfos electorales, toneladas de hierro y acero, cemento y cabillas, concreto armado y asfalto, utilizados para construir viviendas, rieles, y trenes, metros y ferrocarriles, puentes, carreteras y autopistas, si no hemos invertido mayores recursos en enfrentar con firme decisión y eficiencia, las causas claves que mantienen aún vivo este problema.

Moyer escribe:

"Tenemos que ampliar y profundizar el debate sobre la pobreza y la felicidad del pueblo. Pues, el gobierno que apoyamos, y con el que estamos comprometidos, parece tener otras prioridades, que, ojalá, no nos distraiga de la dirección del cambio deseado. Porque de que servirán, todos nuestros logros políticos, económicos, militares, sociales, jurídicos o personales, si, al final de cuentas, tarde o temprano pudiera renacer, de nuevo, la pobreza intelectual, social, material, mental y espiritual en toda nuestra territorialidad".

¿Qué les parece?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

da tanta pena y si profundizo este problema pensando en las millones de personas que en este momento sufren y piden ayuda ..... no encuentro solucion!!! pero al final lo que cuenta es la felicidad eso queda para la eternidad

yaivi dijo...

Los pobres no son tan felices.

http://yaivi.blogspot.com/2010/09/blancos-felices-negros-alegres.html

Mucha gente confunde felicidad y alegría. Pero no les veamos como zotes, tarugos, o zafios. No tienen la culpa. Hay concepto que el bienestar distorsiona. Muchos se enternecen ante las largas sonrisas de las postales o de fotos de los países pobres, en las cuales se ven a la gente con un fuego exterior, con un júbilo externo, con una algazara, un regodeo y un gozo esplendidos. Sonrisa centelleante de niños, de mujeres, de hombres… Y llegan a una conclusión trascendental aunque irrisoria y ridícula: “Tan pobres y tan felices…”

¡Pues no! ¡No somos felices! ...

http://yaivi.blogspot.com