26.6.07

Blair deja un país modernizado y pujante tras 10 años de mandato


El gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, ha sido la última personalidad recibida por Tony Blair como primer ministro británico.





Un Reino Unido pujante, multicultural y sin complejos cambia este miércoles de primer ministro.

En la mitad de su tercer mandato, Tony Blair cede el cargo, que ha ocupado durante 10 años, al nuevo líder del Partido Laborista, Gordon Brown. El político más dinámico y carismático en la reciente historia británica deja tras de sí un país modernizado y enriquecido, pero que no le ha perdonado su participación en la guerra de Irak.


A los 54 años, después de haber renovado el laborismo y dirigido el país a un ritmo vertiginoso, Blair volverá a ser hoy un simple diputado. Su carrera está, sin embargo, lejos de haber terminado. Tras el adiós a los asuntos internos, los grandes foros internacionales le aguardan.


Su nombramiento como mediador para Medio Oriente está pendiente del beneplácito de Rusia. El cambio climático, la lucha contra la pobreza en África y el entendimiento entre credos y religiones son otras de las tareas que le esperan. Maestro de la oratoria y extraordinario actor, los mismos británicos que con sobradas razones dejaron de creer en él, ahora lo van a echar de menos.

LA ÚLTIMA JORNADA

La última jornada de Blair comenzará cuando en el reloj del Big Ben, en Westminster, suenen las 12 campanadas este mediodía. A esa hora, Blair, "un temible y excelente parlamentario", según lo ha descrito el anterior líder conservador, William Hague, comparecerá como cada miércoles en la Cámara de los Comunes. Allí, durante 30 minutos, responderá por última vez a las preguntas de los diputados. "No podemos ocultar que es un alivio que se vaya, porque para nosotros ha sido un enemigo imbatible", confiesa Hague.

Concluida la sesión, el aún primer ministro pondrá rumbo hacia el Palacio de Buckingham, donde pedirá a la reina que, como jefe del Estado, acepte su dimisión. Muchas han sido las especulaciones y pocas las certezas sobre la relación de Blair con Isabel II. Para el gran público, el primer ministro laborista y la Corona quedarán para siempre unidos por la muerte de Diana de Gales, "la princesa del pueblo", como el entonces joven mandatario la bautizó.

Cumplida la misión protocolaria, Blair retornará por última vez a Downing Street pero, según han hecho saber sus portavoces, no habrá el tradicional mensaje de despedida ante la puerta, considerado uno de los peores tragos para cualquier gobernante en retirada.

COMPÁS DE ESPERA

Gordon Brown entrará entonces en escena acudiendo a Palacio, donde la soberana le pedirá que dirija el Gobierno. El exministro de Finanzas será el undécimo primer ministro de su reinado. Ya designado, comenzará el compás de espera para la formación del nuevo Gabinete, que deberá quedar ultimado antes del fin de semana.

Brown ha mencionado repetidamente en las últimas semanas la palabra cambio, pero los analistas no esperan grandes transformaciones en la política británica.

"Su tarea será presentarse como alguien nuevo y dar prueba al mismo tiempo de lealtad al Gobierno del que ha formado parte durante 10 años. Lograr ese equilibrio será difícil", señala George Jones, de la London School of Economics.

Ayer Brown recibió dos malas noticias. Los sondeos vuelven a colocar a los laboristas por detrás de los conservadores, y la justicia estadounidense ha abierto una investigación sobre los sobornos británicos a la familia real de Arabia Saudí en la compra de armamento.

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