11.6.07

Esclavos en China

La policía china libera a 31 hombres que fueron forzados a trabajar durante un año a pan y agua y sin cobrar La fábrica pertenecía al hijo de un alto funcionario comunista. No son pobres sino esclavos.



Varias de las víctimas son trasladadas a un hospital.
Heridos Los liberados muestran las graves quemaduras causadas por los ladrillos calientes.
ADRIÁN FONCILLAS / El Periódico (Barcelona)

PEKÍN

El rescate de 31 esclavos en China obliga a preguntarse dónde está el límite de la ruindad humana. Las fotos de los liberados remiten forzosamente a las de los prisioneros de los campos de concentración nazi: unos aparecen famélicos, otros usan bastones para caminar, todos tienen la mirada perdida y el cuerpo salteado de golpes y quemaduras. Los hombres habían permanecido encerrados un año, forzados a trabajar sin cobrar y a base, literalmente, de pan y agua. La policía los liberó a finales de mayo en las afueras de Linden, en la provincia de Shanxi.
Es cierto que en la historia confluyen algunas de las lacras actuales de China. Las condiciones laborales que requiere la fábrica global son propias del Manchester del siglo XIX. La invasión de productos chinos sería imposible sin los costes de producción imbatiblemente bajos, eufemismo de salarios cortos y jornadas larguísimas que aplican tanto empresas nacionales como extranjeras. Son especialmente débiles los emigrantes rurales, que viajan a las ciudades sin el permiso de residencia, convertidos en semiclandestinos y con escasos derechos que reclamar.

Tener contactos
También se hace evidente la importancia del guanxi, traducible por buenos contactos, que permite moverse por encima de la ley con soltura. En el guanxi nace gran parte de la corrupción. Pero la brutalidad de los hechos de Linden impide vincularlos a China, donde son tan excepcionales y han despertado tanta incredulidad como lo harían en cualquier otra parte del mundo. Lo de Linden pertenece solo al capítulo de la abyección humana.
La noticia de la liberación fue desvelada por el diario Shanxi Evening Post, que explicó que "ocho de los hombres rescatados estaban tan traumatizados que apenas recordaban sus nombres". Por ahora siguen viviendo en la fábrica, a la espera de que las autoridades averigüen sus lugares de procedencia y les consigan los salarios adeudados.
La compañía en la que estaban encerrados fabricaba ladrillos. Las quemaduras que tienen todos son resultado de caminar descalzos por el horno y cargar ladrillos sin enfriar. Habían sido reclutados en andenes de trenes, donde los emigrantes son fácilmente identificables por su aspecto. Trabajaban de cinco de la mañana hasta la una del mediodía del día siguiente. Uno de los esclavos fue asesinado a martillazos por no trabajar con diligencia. Perros y matones les vigilaban día y noche para impedir su huída. Estaban tan sucios que "la mugre podía rascarse con un cuchillo", señala el diario.
La fábrica carecía de permiso. Pertenece a Wang Binbin, hijo del secretario local del Partido Comunista Chino. El padre vive al lado de la fábrica, que carece de muros. La policía ha detenido al hijo del capataz y a uno de los matones, pero cuatro personas han huído. No hay noticia de la detención del propietario.

Minas ilegales
La provincia de Shanxi es una de las más pobres y la mayor productora de carbón. Aparece con frecuencia en la prensa por las muertes en las miles de pequeñas e ilegales minas que Pekín quiere cerrar, pero que actúan con el beneplácito de los Gobiernos locales. Linden es famosa por ser el punto más contaminado del mundo, según un informe del Banco Mundial, por la minería y la industria pesada. Cuenta con 20 días de sol al año y vivir un día en ella equivale a fumarse 30 cajetillas de tabaco, según estudios sanitarios.

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