La escribe un columnista cubano, Jorge Gómez Barata:
Todo esto lo dice, según sus propias palabras, para señalar que "la tarea del G8 es asegurar que(los recursos de la humanidad) alcancen para ellos y preservarlos de quienes quisieran compartirlos. La justicia distributiva no figura entre las virtudes de la globalización".Si Brasil, México, Argentina, Indonesia, Pakistán, Bangladesh, Sudáfrica, Venezuela y Nigeria entre otros, se propusieran las metas, alcanzaran los ritmos de crecimiento de China y la India y decidieran imitar la sociedad de consumo occidental, el planeta colapsaría irremediablemente. No hay energía, agua ni materias primas para semejante eventualidad, la tierra no alcanzaría para construir autopistas, los vehículos no cabrían en las ciudades y el aire se volvería irrespirable.
Europa y los Estados Unidos no cuentan en su territorio ni con una mínima fracción de lo necesario para sostener sus dispendios. La escasez de energía los aterra y la dependencia de las existencias en el extranjero convierte a la superpotencia mundial en un Superman con pies de barro.
Tal vez Estados Unidos hubiera preferido opciones menos indoloras, pero el crecimiento incontrolable del consumo, sobre todo de energía, el inminente agotamiento de las fuentes tradicionales de hidrocarburos, agua dulce y madera, acompañadas por el auge del nacionalismo con aspiraciones desarrollistas y el desencadenamiento de procesos como el calentamiento global y los cambios climáticos, han revelado la urgencia de actuar vertiginosamente, no para evitar el desastre como para administrarlo e intentar sobrevivirlo.
ALTECOM
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