24.6.07

El tequila de los ricos y la comida de los pobres

Escribe el periodista cubano Francisco Rodríguez Cruz, en Ecohispano que un resultado del auge de la producción de etanol podría ser la escasez de tequila. Esta consecuencia no esperada del “milagroso” auge de la producción de etanol que impulsa el gobierno de los Estados Unidos, podría ser la escasez de tequila, según un cable de la agencia Reuters, que hace pocos días enumeraba algunas posibles consecuencias de los biocombustibles para “el estilo de vida” de los ricos.

La alerta para los “borrachitos” del Primer Mundo llegó porque los campesinos mexicanos comienzan a quemar sus campos de pita, la planta de donde se extrae esa bebida alcohólica, para dedicar la tierra al maíz destinado a la fabricación de etanol.

Para los países pobres, sin embargo, es mucho más preocupante saber que el costo de la importación de alimentos a escala mundial batirá este año un nuevo récord, debido a la demanda de biocombustibles, según advirtió recientemente la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

El incremento del 5% del gasto mundial por la importación de alimentos en relación con el 2006 obedece, principalmente, de acuerdo con el informe sobre Perspectivas Alimentarias de la FAO, al alza en los precios de los cereales secundarios (como maíz, sorgo o avena), y de los aceites vegetales, que crecen en 13% y son los productos más utilizados para obtener los llamados combustibles “verdes”. Los países en desarrollo, apuntan los expertos, serán los más afectados.

Y esto es solo el comienzo de esta nefasta política de destinar alimentos a la producción de combustibles para los automóviles de las naciones industrializadas. En la llamada “Cumbre del Etanol”, que recientemente sesionó en la ciudad brasileña de
São Paulo, defensores del biocombustible explicaban que serían necesarios entre 20 y 40 países para asegurar la demanda de un pretendido “fuerte mercado internacional” del etanol.

Si tenemos en cuenta que hoy solamente dos naciones, Brasil y los Estados Unidos, concentran más del 70% de la producción mundial de ese biocombustible, podemos imaginar qué pasará con la comida de los pobres si tal cantidad de países “sucumben” a los cantos de sirena del presidente George W. Bush, para destinar a tal fin sus tierras cultivables.


Pero incluso en el propio gigante sudamericano, comienzan las dudas sobre el tema. Un estudio oficial del Instituto de Investigación Económica Aplicada, vinculado al Ministerio de Planificación de Brasil, adujo hace unos días que la oferta carioca de etanol “no es la salvación para el mundo y no representará un cambio sustancial en la matriz de consumo en el sistema de transporte del planeta”.

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